Faltan estudios serios del papel y aporte de los árboles de
Medellín y el Aburrá, región que necesita EDWIN
BUSTAMANTE
reverdecer. FOTO
1095 árboles de un año de edad equivalen a un árbol grande y
antiguo
50 % del carbono en los bosques del mundo se encuentra en
los árboles grandes
3000 años pueden vivir las sequoias de California, de los
más viejos que existen
EN DEFINITIVA
Los árboles grandes y antiguos, que son minoría, cumplen un
papel purificador del aire de Medellín aparte de proporcionar alimento y cobijo
a una gran variedad de fauna.
Si Medellín posee alguna regulación climática y un aire
menos sucio se debe a los árboles, en particular los antiguos y grandes (AGA).
El bosque urbano captura 177 708 toneladas de CO2 en la
ciudad, 25 % capturadas por aquellos árboles (45 083 toneladas de CO2 ).
“Si se tiene en cuenta que solo el 1,33 % de los individuos
corresponde a los AGA, se puede considerar que el servicio de regulación
climática en la ciudad está siendo ofrecido principalmente por ellos”.
Esto dice un artículo publicado en Naturaleza Urbana, un
libro del Instituto Humboldt que recopiló acciones de distinto tipo en favor
del ambiente de las ciudades del país.
El artículo, de Zorayda Restrepo, Sebastián
González, Jorge Zea Camaño y Esteban Álvarez-Dávila,
recordó que según “la base de datos de la Secretaría de Medio Ambiente de
Medellín (SMA), la ciudad cuenta con 4392 individuos con más de 60 centímetros
de DAP (la definición de Árboles Grandes y Antiguos, AGA)”.
Estos árboles, agregaron los autores, son significativamente
escasos: representan solo 1,33 % del total de individuos, y están distribuidos
en 108 especies, “que representan el 14 % de las reportadas para el bosque
urbano. Aunque es una cifra considerable de especies, 38 (~6 %) son
introducidas y una es invasora (Leucaena leucocephala)”.
Pero no solo prestan ese servicio. El mismo estudio reveló
que uno de estos árboles grandes, uno con tronco de 1000 kilos (750 de hojas)
captura cada día 78 gramos de material particulado por lo que los existentes en
la ciudad capturan cada día unas 10 toneladas de ese material, más de 3650 al
año.
Pero existen dos problemas: no están todos donde hay más
contaminación y no se ha estudiado por cuánto tiempo retienen esa carga (si la
lluvia o el viento la devuelven al ambiente, por ejemplo).
Álvarez-Dávila explicó a EL COLOMBIANO que los árboles
grandes y antiguos son aquellos con diámetro de 70 centímetros o más, pero hay
algunos más delgados pero frondosos que pueden llamarse grandes.
“Una característica muy importante es la longevidad (el
tiempo en el que completa su ciclo de vida), la rapidez con que crece y el
tamaño máximo que alcanza. Por ejemplo se sabe que especies pioneras (como los
yarumos y el balso entre otros) pueden completar su ciclo de vida en 8 años,
mientras que las no pioneras (como el abarco y el nazareno) pueden llegar a
tener hasta 1000 años de edad. En Amazonia un estudio mostró que un árbol de la
especie Cariniana micrantha (de la misma familia que nuestro
apreciado abarco, Cariniana pyriformis, del Magdalena Medio y
Chocó) con un diámetro de 180 centímetros, tenía una edad de 1370 años, lo que
equivale a una tasa de crecimiento del tronco de 0.13 centímetros/año”. Otras
especies como las Ceibas, que pueden ser gigantes de hasta 3 metros de diámetro
y 50 de altura, pueden crecer tan rápido como 1 cm/año. Esto quiere decir que
puede alcanzar los 180 centímetros de diámetro en 180 años.
Un árbol sembrado en Medellín de madera poco densa como el
tambor (Schyzolobium parahybum) puede alcanzar 60 cm en 60 años,
creciendo a una velocidad conservativa de 1 cm/año. Otro árbol también sembrado
acá como el algarrobo (Hymenaea courbaril) puede crecer a una tasa mucho
menor de 0.1 cm/año y tardaría 600 años en alcanzar 60 cm de DAP.
Por todo esto es difícil decir cuándo un árbol está viejo,
pues puede tener cientos de años y estar en pleno ciclo de crecimiento.
La retención
Para Álvarez-Dávila deberían sembrarse más árboles grandes
donde hay más contaminación. “Mientras más grande y viejo es el árbol, mayores
servicios ecosistémicos presta a los ciudadanos (más carbono, más especies que
lo colonizan, más sombra, menor temperatura, más belleza escénica, etc.),
incluyendo la “limpieza del aire”.
El árbol limpia el aire de partículas suspendidas en el aire
cuando estas chocan con las hojas, principalmente, pero también con el tronco y
las ramas y quedan depositadas en la superficie de las hojas, dijo.
La cantidad de partículas que se pueden depositar en estas
depende de características que varían entre las especies, como “la presencia de
pubescencia (pelos en cristiano) en las hojas; a mayor pubescencia, mayor
posibilidad de que las partículas se queden atrapadas. El tamaño de las hojas
también influye: hojas más grandes tienen mayor posibilidad en general de
atrapar el polvo. Un estudio que hicimos en 2013 mostró que la capacidad de las
hojas de algunas de las especies sembradas en Medellín para remover partículas
del aire, variaba en proporciones de 1 a 9”.
Otra característica importante es la resistencia del árbol a
ambientes contaminados, y “sobre eso conocemos muy poco, pero hay una amplio
rango de comportamientos que van desde especies que soportan altos grados de
contaminación y otras que no”.
Entonces sí es clave sembrar árboles grandes en zonas muy
contaminadas, pero las especies que se usen deben cumplir con muchos criterios
técnicos para que se logre el mejor éxito.
“Un árbol grande con características óptimas para sembrar en
estos sitios es que sea grande, frondoso, de lento crecimiento y longevo, con
hojas pubescentes y perennes y resistentes a la contaminación”.
Para él, el sitio donde se ubique un árbol grande debe ser
amplio, porque algunas copas pueden llegar a medir 20-30 metros de diámetro y
son suelos profundos, preferiblemente alejado de construcciones,
infraestructura, calles o redes subterráneas de cualquier tipo. “En este
sentido los parques son los sitios óptimos para sembrarlos en las ciudades”.
Y la fauna
Hay otro factor al momento de evaluar el servicio que
prestan los árboles grandes y antiguos en la ciudad.
En general, indicó, tienen mayor cantidad de nichos que
otras especies pueden ocupar, bien sea plantas o animales. Por ejemplo, las
plantas epífitas son más propensas a colonizar ramas mientras más horizontales
estén con respecto al suelo. Las ramas de los árboles grandes y viejos tienden
a perder su crecimiento vertical debido al peso que adquieren a medida que
crecen.
La especie también influye en la posibilidad de que otras
plantas y animales ocupen los nichos que ofrece el árbol viejo. Esto, agregó,
depende de características de los árboles que los ecólogos llamamos “rasgos
funcionales” y que explican, por ejemplo, el tamaño y tipo de semilla y del
fruto. Esto determina qué animales los pueden consumir y dispersar.
En el artículo en Naturaleza Urbana, los investigadores
revelaron que “el tercer y último ejercicio analizó la capacidad de los AGA
como refugio de fauna. Para tal efecto, se compararon los vectores de
dispersión de semillas y la polinización por animales entre dichos árboles y el
acervo de la ciudad, es decir, la proporción de árboles grandes que les sirven
de alimento a los animales (aves, mamíferos y diferentes insectos). El 74 % de
los AGA son dispersados o polinizados por animales, aunque no es diferente del
acervo de la ciudad, donde el 95 % de individuos presentan estos síndromes. El
análisis de los sistemas de dispersión evidencia que la mayoría de los frutos y
semillas cuenta con una adaptación evidente para la dispersión; cinco especies
parecen no presentarla con certeza o es difícil relacionarlas con un sistema de
dispersión, dadas las características de sus órganos reproductivos”.
Tantos servicios, pero los AGA de Medellín y el planeta
desaparecen a gran velocidad, indicó el investigador. “Están en alto riesgo de
extinción”.
Y no debería ser así.
ANÉCDOTAPOLINIZACIÓN EN LA CIUDAD
En el artículo, los investigadores informaron que en el caso
de la polinización, por ejemplo, los tipos de vectores que intervienen
garantizan la reproducción de los árboles, y los árboles, a su vez, proveen
alimento para la fauna y hábitat para la preservación de las poblaciones. En el
bosque urbano de Medellín, las abejas y escarabajos constituyen el grupo más
importante en la polinización de los árboles pues representan el 41 % (45
especies de árboles AGA) y el 24 % (26) respectivamente. Las mariposas nocturnas
representan el 11 % (12); los mamíferos y murciélagos, el 10 % (11); las
aves-colibríes, 3,7 % (4); las moscas, 1 % (1); y la polinización por el
viento, 8 %.
RAMIRO
VELÁSQUEZ GÓMEZ Los temas de la ciencia, la astronomía y el medio
ambiente con énfasis en cambio climático son mis campos de acción periodística.
Con vocación por el mundo de los pequeños felinos y la defensa animal.
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