Mujeres luchadoras de Dagenham
Descripción:
Este caso es sobre la historia de 187 mujeres trabajadoras
de la planta Ford de la localidad de Dagenham en las riveras del rio Tamesis,
Inglaterra. En 1968, estas mujeres organizaron una gran huelga en la que
protestaban por la discriminación de género, exigiendo un salario equitativo al
de los hombres. La huelga paralizó la planta de producción de Ford en Dagenham
y finalmente ganaron las mujeres, aunque no con igualdad de pagos. El hecho
fue, según algunos expertos, algo decisivo para conseguir que la Ley de
Igualdad Salarial de 1970 fuera aprobada en el parlamento.
En 1968, la fábrica de automóviles Ford fue uno de los
mayores empleadores privados solo en el Reino Unido, por día se fabricaban 3000
autos.
Poseía además cinco sedes en Europa, solo en la Ford
británica trabajaban 55.000 operarios hombres y solo 187 mujeres, que le
hicieron frente a las injusticias y desigualdades que vivían.
Las ‘maquinistas de costura’, como se les conocía a los
puestos desempeñados típicamente por las mujeres, estaban clasificadas como
Grado A ó de ‘Habilidades Mínimas”, es decir que su trabajo requería el mínimo
de destreza, y por lo tanto su salario era sustancialmente menor a los de sus
pares varones, además de no poder aspirar a desempeñar labores calificadas como
grado B los menos capacitados, y grado C los que contaban con destrezas más
especializadas, reservadas para los varones, por asumir tácitamente que las
mujeres estaban incapacitadas para realizar esas tareas, simplemente por el
hecho de ser mujer.
El trabajo de las maquinistas consistía en elaborar los
forros de piel de los asientos de los vehículos Ford, para lo cual tenían que
unir decenas de piezas, sin patrón o guía, es decir a puro “ojo”.
Cuando se les cambiaban los diseños, nunca eran notificadas
ni provistas de un modelo del nuevo diseño, por lo que básicamente tenían que
utilizar su ingenio y habilidad manual, para que de un montón de pedazos de
piel, saliera el forro de un asiento.
Además las condiciones en las que ellas trabajaban eran
bastante precarias, su lugar de trabajo
era sucio, oscuro con paredes sin empastar y desprovisto de cómodas
condiciones de trabajo. El taller dentro de la fábrica era bastante improvisado
debido a que no se consideraba este trabajo importante.
Al principio, las mujeres, tenían en su representación un
delegado hombre que realizaba las tareas sindicales, ellas al ver que sus
reclamos y protestas no proseguían, decidieron elegir a una persona del mismo
género que realmente alzara voz por ellas y lleve sus demandas a mayores
condiciones. Así, Rita O'Grady, operaria
de tapicería surge votada en asamblea de base por sus compañeras como
representante del resto para llevar sus reclamos a la patronal. Sin embargo, Rita
se entera de que hay una cuestión más amplia de este conflicto teniendo en
cuenta que las mujeres se les paga una fracción de los terribles salarios de
los hombres por el mismo trabajo en todos los ámbitos sobre la base exclusiva
de su sexo.
Existen peleas políticas dadas al sindicato con esta nueva
representante que no se compra ni se venda a nadie, llevando el mandato de sus
compañeras para poder triunfar en sus demandas. El objetivo de la empresa era
jugar al desgaste, y aislar a las mujeres, pero no lo logran.
Negarse a tolerar esto por más tiempo, denunciar la
desigualdad, lleva una huelga de maquinistas de sus compañeras de igual salario
por igual trabajo. Con letreros que decían: ¡queremos respeto! ¡Igualdad
salarial o nada! así Se inicia la huelga de obreras que trascendería en la historia
de la lucha por los derechos de las mujeres debido a las grandes consecuencias.
Esta huelga duró tres semanas y no solo albergó a las
mujeres dispuestas por pedir justicia que trabajaban en la fábrica de Ford,
sino que la representante Rita acude ante los delegados de Sindicatos de
Trabajadores a pedirles que apoyen la huelga de maquinistas diciendo lo
siguiente: “Estamos juntos en esto, hombres y mujeres. No estamos divididos por
sexo. Sino por aquellos que están dispuestos a aceptar la injusticia” “No es un
privilegio el que las mujeres podamos aspirar a tener los mismos derechos que
los hombres, es una cuestión de principios y justicia”.
La huelga de tres semanas organizada por las maquinistas
suma a los obreros al paro de producción, dándole el tiro en gracia a la
ganancia de la Ford.
Tras una huelga, las maquinistas de costura aceptaron un
acuerdo con la empresa, promovido por la Ministra del Empleo, que las acercaba
en un 92% al salario de sus pares varones. Sin embargo, esto no fue suficiente
y juntas emprendieron una lucha por
avanzar en la causa de los derechos de las mujeres trabajadoras llevando su
reclamo a la capital de Westminster. Los titulares de los principales diarios
titulan, “las mujeres de Ford siguen peleando”.
Muchos de los trabajadores masculinos del gobierno se
comportaron de forma insolente y abusiva con las peticiones de estas mujeres
trabajadoras. Hasta que llegó el momento en que fueron recibidas por la entonces Ministra del
Empleo, Barbara Castle, una mujer fuerte e inteligente, que de pronto tiene que
resolver los problemas debido al comportamiento de sus propios subalternos
masculinos. La Ministra apoyó la causa, trayendo como consecuencia la aprobación de la Ley de
Pago igualitario de 1970.
Pese a la aparente equidad en el salario, se encontraba por
otro lado el hecho de que el puesto de Maquinista de Costura, aún se
consideraba como un trabajo de
‘habilidades mínimas” (Under Skill). Es decir continuaba en la categoría
A.
Así que 16 años después, en 1984, las maquinistas volvieron
a salir a la calle a exigir el respeto a sus derechos con consignas como éstas:
“Equal Works deserves Equal Pay!”
Una trabajadora de Ford y luchadora por los derechos de la
mujer, describe la situación de la siguiente manera: “Cuando se acumulaba el
trabajo en otras áreas de la planta, por ejemplo en el área de instalación de
paneles, las chicas salían a apoyar a los hombres. Pero cuando se acumulaba el
trabajo en la costura, era imposible colocar hombres en una máquina de costura,
no tenían ni idea de cómo empezar a meter el hilo en la aguja”.
Fue la Comisión Europea quien obligó a la entonces Primer
Ministra Margaret Thatcher, irónicamente una mujer, a pasar una ley que
garantizara el pago equitativo por trabajo de valor equivalente.
Así la ley que prohíbe el trato menos favorable entre los
hombres y las mujeres en términos de remuneración y condiciones de empleo en el
Reino Unido, Fue aprobada por el Parlamento a raíz de la huelga de 1968 Ford
maquinistas de costura y entró en vigor el 29 de diciembre de 1975. Y hoy en
día se encuentra dentro del Derecho de la Unión Europea, que es común a todos
los Estados miembros. TOMADO DE INTERNET
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