Investigación argentina aporta recomendaciones para vigilar
y controlar la leishmaniasis
Un informe especial sobre la situación de la leishmaniasis
en la provincia argentina de Misiones, publicado en la Revista Panamericana de
Salud Pública de la Organización Panamericana de la Salud (OPS), aporta una
serie de recomendaciones para la vigilancia y el control de esta enfermedad,
que afecta cada año a más de 60.000 personas en las Américas.
La leishmaniasis es una enfermedad infecciosa,
potencialmente mortal y curable, causada por un parásito. Forma parte del grupo
de enfermedades denominadas desatendidas, porque afectan más a los grupos que
viven en condiciones de vulnerabilidad o en áreas remotas. Se transmite a los
seres humanos mediante la picadura de insectos y se puede presentar en dos
formas: visceral, que puede ser mortal si no se trata; y cutánea, que se
manifiesta inicialmente como una lesión de la piel, y generalmente evoluciona a
úlceras y a desfiguramiento similar al de la lepra. Esta última es la más común
en las Américas y es difícil de curar.
"La investigación se centra en la necesidad de buscar
alternativas para hacer frente a una enfermedad de transmisión vectorial para
la que no hay suficientes estrategias efectivas de control", afirmó Oscar
Salomón, investigador principal del estudio y director del Instituto Nacional
de Medicina Tropical de Argentina.
El trabajo utilizó un enfoque multidisciplinario para
examinar la historia de la enfermedad en el territorio e identificar escenarios
de riesgo, analizando componentes sociales, biológicos y biomédicos.
"Conocer cuáles son los escenarios de riesgo nos permite definir acciones
de prevención y control",señaló Salomón.
La investigación forma parte de un proyecto más grande en la
Triple Frontera entre Argentina, Paraguay y Brasil, en el que participan
equipos de los tres países, además de Uruguay. El proyecto es liderado por la
OPS y financiado a través del Centro Internacional de Investigaciones para el
Desarrollo (IDRC, por sus siglas en inglés) de Canadá.
"El conocimiento generado a partir de este proyecto nos
permitirá innovar y diseñar estrategias de vigilancia y control de la
leishmaniasis, así como también, contribuirá al desarrollo de nuevas e
innovadoras herramientas", consideró Zaida Yadón, asesora regional de la
OPS en investigación de enfermedades transmisibles y una de las autoras del
artículo.
El número de publicaciones sobre leishmaniasis en el mundo
se ha incrementado en los últimos años. Un análisis de la base de datos PUBMED
muestra que en los últimos 5 años se publicó el 25% de las publicaciones sobre
el tema.
Sin embargo, aclaró Salomón, esos estudios sobre factores de
riesgo de la leishmaniasis no han sido traducidos en herramientas para su
control, algo que la investigación en los países del estudio entre frontera
espera conseguir en el próximo año.
Los investigadores también examinaron los eventos y procesos
socioeconómicos asociados con la evolución de la enfermedad, como cambios en el
uso y ocupación de la tierra, y la deforestación y la construcción de represas,
que generaron un impacto demográfico, ambiental y climático. Estos fenómenos,
sumados a la urbanización no planificada, el tránsito fronterizo intenso con
Brasil y Paraguay, y la interacción entre las personas y los perros infectados,
fueron asociados por los investigadores a la adaptación de los vectores y a la
dispersión y brotes de la enfermedad.
La leishmaniasis sigue siendo notificada en todos los países
de America Latina con la excepción de Chile y Uruguay. Cada año se diagnostica
un promedio de 57.000 casos nuevos de leishmaniasis cutánea, además de 3.480
casos del tipo visceral, con un promedio de 220 muertes anuales.
Según datos de la OPS, entre 2001 y 2013, el 75% de los
casos, cerca de 743.000 casos registrados de leishmaniasis cutánea en las
Américas se concentraron en Brasil (42%), Colombia (20%) y Perú (13%). Mientras
que los de la forma visceral, de los cerca de 45.000 casos notificados en la
última década, el 96% se notificaron en Brasil. Del resto, Paraguay notificó
1,9% de los casos, Colombia, 1.3% y Argentina, 0,3%.
En Argentina, la forma cutánea de la enfermedad ha estado
presente posiblemente desde tiempos precolombinos, señalan los autores de la
investigación, aunque los primeros casos esporádicos registrados formalmente
datan de las primeras décadas del siglo XX. Esos casos se localizaron en 10
provincias del norte del país y se asociaron con la entrada de personas a áreas
silvestres para la deforestación extractiva y la pesca. En la década de 1980 se
registró el primer brote de leishmaniasis cutánea en el noroeste del país y desde
entonces se registran focos epidémicos en esa área de transmisión, dicen los
investigadores.
Por su parte, la leishmaniasis visceral, de la que hasta
2006 se habían registrado 14 casos dispersos en zonas rurales del país, comenzó
a dispersarse a partir de un foco registrado en la ciudad de Posadas, capital
de la provincia de Misiones. A inicios de 2015 se habían registrado 140 casos
en humanos en cuatro provincias, y la presencia del vector ya se había
detectado en seis provincias.
"Nos llamó la atención la dispersión activa que estamos
viendo de la leishmaniasis visceral, del insecto vector y de animales
infectados", describió Salomón, y agregó que se observa un "riesgo
latente" de leishmaniasis cutánea, hallazgos que han permitido a las autoridades
tomar acciones de mitigación.
En el artículo, titulado La eco-epidemiología retrospectiva
como herramienta aplicada a la vigilancia de la leishmaniasis en Misiones,
Argentina, 1920-2014, los autores señalan la necesidad de establecer una
vigilancia activa para monitorear posibles tendencias al incremento de la
circulación parasitaria y vectorial y, ante la aparición de un foco, realizar
estudios para verificar la transmisión autóctona y la intensidad del evento.
Asimismo, recomiendan establecer la obligación legal de
tomar medidas adicionales de control por los responsables de los proyectos que
impliquen modificación ambiental, como la realización de estudios de evaluación
del riesgo de transmisión, y acciones de mitigación del riesgo, detección
temprana y tratamiento oportuno de los casos.
En tanto, para el diseño de acciones programáticas adecuadas
a regiones, municipios o comunidades aconsejan se contemplen estudios en el
marco teórico de la eco-epidemiología, que integran el conocimiento
multidisciplinario y la causalidad multinivel.
Esto responde, aseguran, a que la enfermedad es sensible a
las condiciones climáticas, y a las consecuencias sociales y biológicas
provocadas por cambios en el ambiente y uso de la tierra, como la
deforestación, la construcción de carreteras o plantas hidroeléctricas, algo
que contribuye a la extensión del hábitat y la adaptación de los insectos en
zonas periurbanas y urbanas, con lo cual aumenta la exposición al riesgo de
infección. TOMADO DE ENVIO DE ASI SOMOS DE CORDOBA AR
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