Autor: Karen González T.
Informe de Sernageomin alerta sobre 61 puntos críticos, en
laderas o zonas cercanas, que pueden verse afectados por deslizamientos del
suelo tras una lluvia.
Tres mil personas viven en riesgo de aluvión después de los
incendios forestales
Localidad de Santa Olga, destruida por los incendios
forestales.
Los gigantescos incendios forestales que se produjeron entre
enero y febrero de este año, en la zona centro sur del país, generaron una
emergencia sin precedentes en Chile. No sólo dejaron a miles de personas sin
hogar, un pueblo completo convertido en cenizas (Santa Olga) y más de 500 mil
hectáreas de bosque nativo, plantaciones forestales y suelo agrícola
calcinados. Hoy, a seis meses de la tormenta de fuego, constituyen, además, una
nueva amenaza para miles de habitantes de distintas localidades de las regiones
VI a VIII.
Se trata del riesgo de remoción de masas o aluviones. Así lo
determinó una serie de informes que emitió el Servicio Nacional de Geología y
Minería (Sernageomin), en el cual se analizan los efectos de los incendios
forestales y los peligros que éstos pueden generar en un futuro cercano, debido
a la erosión de los suelos que provocó el fuego: deslizamientos de roca o
suelo, aluviones e inundaciones, todos ellos activados por lluvias.
De esta forma, Sernageomin identificó 61 puntos críticos que
corren mayor riesgo de remoción de masa o deslizamiento de suelo entre las
regiones de O’Higgins y Biobío. Estas áreas son cercanas a poblados o a
infraestructura estratégica, como caminos, puentes, embalses o zonas de
captación de agua. En ellas actualmente viven 3.140 personas (ver infografía).
“Se hizo el análisis de las áreas con mayor susceptibilidad
de ser afectadas por la erosión, en aquellos lugares donde la severidad de los
incendios había sido muy alta y había una pendiente mayor a 20 grados”, explica
Paola Ramírez, una de las autoras de los informes y encargada de la Unidad de
Peligros Geológicos y Ordenamiento Territorial de Sernageomin. La experta
agrega que “la Región del Biobío es la que tiene mayor cantidad de puntos
críticos, por la cercanía de las viviendas a sectores con fuerte pendiente”.
Según los informes, en la VIII Región unas 2.260 personas
podrían verse afectadas por aludes o inundaciones luego de lluvias. Ya sucedió
en el sector Juan Riquelme, de Concepción, donde 15 viviendas se vieron
anegadas por un aluvión de piedra y barro provocado por el sistema frontal de
junio. “Allí hay una pendiente fuerte producida por los taludes generados para
la construcción de viviendas. Además, se eliminó la cubierta vegetal para la
construcción de cortafuegos, por lo que el suelo quedó por completo al
descubierto”, afirma Ramírez.
Según la experta, la severidad de los incendios provocó que
el riesgo de los aludes en esta zona permanezca en el tiempo. “Podrían ser
causados por una gran lluvia en este invierno o por una suave llovizna en
primavera, puede ser este año o en los próximos. Incluso, podrían suceder más
de una vez en el mismo lugar”, alertó la geóloga.
Mesa técnica Junto
con estos informes, Sernageomin elaboró una serie de recomendaciones para
mitigar los efectos de una posible emergencia de este tipo. Según explica la
jefa del Departamento de Geología Aplicada, Miriela Ulloa, ellos se centran en
“el monitoreo de las laderas identificadas, especialmente las de pendientes de
alto ángulo; la fortificación de los cortafuegos que se hicieron para que se
habiliten como caminos. Se debe estabilizar también el suelo e, idealmente,
remover el material orgánico muerto y compactado, drenar y fortificar los
terrenos”.
Ulloa señala, además, que “es fundamental hacer limpieza de
las quebradas, para que el material escurra libremente, y establecer una zona
de seguridad de unos 30 metros de la zona de influencia por donde puede
escurrir material, para evitar las construcciones”.
La entidad es parte de la mesa técnica de remoción en masa,
donde también participan la Oficina Nacional de Emergencias (Onemi) y otros
organismos del Sistema Nacional de Protección Civil, como el Ministerio de
Obras Públicas y la Dirección de Meteorología. “Realizamos un trabajo muy
coordinado con estas instituciones y cada vez que se emite una alerta de
sistema frontal, con estos informes podremos identificar las zonas que podrían
verse afectadas”, señala la jefa del Departamento de Geología.
En Onemi, el jefe de la División de Protección Civil, Andrés
Ibaceta, señala que estos antecedentes se han incluido en los planes de
respuesta para esas amenazas en cada uno de esos territorios y que se reforzó
el Plan de Intervención de Quebradas y Cauces Naturales, con priorización de
los puntos críticos identificados previamente. Asimismo, Ibaceta señala que “se
ha reforzado el trabajo con las gobernaciones y municipios de las zonas
afectadas, en términos de recomendaciones para la comunidad. Además, toda la
información preliminar sobre zonas de riesgo fue integrada a los planes de
invierno de estas regiones”.
Según el consultor en gestión de emergencias, Michel de
L’Herbe, “era esperable que luego de estos incendios tan severos se generara
riesgo de remoción de masas, que puede afectar no solo las comunidades cercanas
a las zonas afectadas, sino también a otras áreas que estén cerca de los ríos
que aumentaron su cauce con sedimentos”.
El experto señala que es necesario promover “un trabajo
coordinado entre los residentes de las zonas afectadas con los gobiernos
locales y regionales, para mitigar los posibles daños y saber cómo actuar ante
una emergencia de este tipo, que muy posiblemente no existía antes de los
incendios”. Tomado de la tercera de
chile
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