Crecimiento para la estadística La principal consecuencia
del dato del PIB fue alejar el fantasma de que Uruguay cayera en una recesión
técnica
D. Battiste El optimismo oficial por el crecimiento de 1,4%
del Producto Interno Bruto (PIB) en el segundo trimestre del año no disimula la
realidad de que, detrás de esa medición, sobrevive el estancamiento de la casi
totalidad de la estructura económica. La principal consecuencia del dato del
PIB fue alejar el fantasma de que Uruguay cayera en una recesión técnica, luego
de una caída del 0,1% en el último trimestre de 2015 y una ínfima suba global
de 0,1% en los tres primeros meses de 2016. El ministro de Economía, Danilo
Astori, celebró el resultado del período abril-junio como certeza de que el año
cerrará con el crecimiento del 0,5% del PIB previsto en la cuestionada
Rendición de Cuentas, en sus enredadas idas y venidas en el Parlamento.
Pero omitió señalar que la suba trimestral se debió
fundamentalmente a un salto del 145% en la generación eólica de electricidad,
actual vedette indiscutida del marco energético. Cayeron, en cambio, todas las
demás áreas principales de actividad. Si se elimina el efecto de la suba en
energía en los dos primeros trimestres del año, la actividad global se contrajo
un 0,2% en abril-junio, precedida por una del 0,3% en enero-marzo. El
debilitamiento de la actividad en el segundo trimestre fue del 5,5% en el agro con respecto a
igual período del año pasado, del 3,6% en la industria, del 1,8% en el comercio y del
5,1% en la construcción. Bajaron las exportaciones y el consumo público sigue
restringido. Mejoró apenas 0,2% y sigue amenazado por los ajustes fiscales y
los aumentos de impuestos resueltos por el gobierno para tratar de capear el
estado endeble de las cuentas fiscales. En discrepancia con la esperanzada
estimación de Astori de alcanzar la modesta meta oficial de crecimiento para
este año, en la última Encuesta de Expectativas Económicas de El
Observador el promedio de los analistas estimó una contracción general
del PIB del 0,1% este año y un crecimiento de 0,5% recién en 2017. El horizonte
resultante de estos datos indica que el país sigue sumido en un estancamiento
que bordea la contracción recesiva para lo que queda de 2016. Lo atenúa pero no
lo elimina el buen resultado de la producción energética y de algunos otros
pocos rubros. Evitar que el panorama se agrave en los tres sectores básicos
–agro, industria y comercio – depende de lo que haga el gobierno en varios
frentes débiles.
Es engañoso el aumento de la inversión porque no marca una
tendencia pues se dio casi exclusivamente en nuevos parques eólicos ya
financiados. Persiste el elemento distorsivo del gasto público en áreas que no
lo justifican, como la desbarrancada educación pública. En este campo el
gobierno cedió a presiones sindicales y de sectores del Frente Amplio al dar
marcha atrás en previstos ahorros, en detrimento del programa social de
cuidados, de la seguridad pública y otras prioridades. El efecto pernicioso de
estas presiones se evidenció en el paro del PIT-CNT, con un acto central en el
que oradores divagantes hasta defendieron los monopolios estatales como panacea
de prosperidad, soslayando los desastres financieros y de gestión de ANCAP. Si el gobierno no
logra poner orden en los desvaríos en sus propias filas partidarias y en el
PIT-CNT, vigilar mejor el gasto improductivo y generar más inversión privada
sostenida, corren serio peligro sus propias predicciones humildes de
crecimiento. TOMADO DE EL OBSERVADOR DE UY
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