Medio ambiente, víctima silenciosa de los acuerdos de Cuba
Se promoverán las prácticas adecuadas para el uso del agua
potable. FOTO DONALDO ZULUAGA
Se enfrentarán las formas de economía ilegal y rentas
criminales vinculadas, entre otras, a la minería criminal. FOTO DONALDO
ZULUAGA
Contribuir al cierre de la frontera agrícola, recuperación
de los ecosistemas y desarrollo sostenible. FOTODONALDO ZULUAGA
Se establecerán mecanismos de interlocución directa con las
comunidades para construir acuerdos para la erradicación de los cultivos en los
Parques Nacionales. FOTO ESTEBAN VANEGAS
50 % de la deforestación del país está en zonas
afectadas por el conflicto, según datos de Planeación Nacional.
EN DEFINITIVA
El Acuerdo para la finalización del conflicto armado
incluye cuatro puntos importantes de la agenda ambiental. Aunque es un paso
relevante, los expertos esperan que sean implementados.
Son cuatro los temas ambientales que quedaron explícitos en
el Acuerdo Final para la terminación del conflicto: agua, cultivos ilícitos en
las áreas protegidas, cierre de la frontera agrícola y minería ilegal. No se
menciona nada sobre deforestación ni condenas por delitos ambientales. Sin
embargo, los ambientalistas celebraron que el Gobierno y las Farc hayan
mencionado, al menos, estos puntos, aclarando que este es apenas el inicio de
un largo proceso de implementación en el que el “cómo” no
es tan claro.
Una de las expertas que ha estado al tanto del componente
ambiental de los acuerdos es Sandra Vilardy, doctora en Ecología y
profesora de la Universidad del Magdalena, quien llevó a La Habana, junto con
otros ambientalistas, un listado de propuestas (ver recuadro) que son las
claves, según ellos, para garantizar la sostenibilidad. Vilardy resalta que
para la academia ha sido positivo que se aborden estas problemáticas y que
desde el inicio de la discusión lo han visto como una ganancia.
“Aplaudimos que al menos algunos puntos ambientales hayan
sido mencionados, porque suele suceder que siempre se dejan por fuera cuando se
habla del conflicto armado. Ahora, sí es cierto que lo ambiental pudo haber
quedado mejor representado y por eso fuimos a Cuba, con una serie de
preocupaciones”.
En ese sentido, ¿cuáles son los alcances de los temas
ambientales en el Acuerdo? ¿Cuáles son las problemáticas que deberían tener
mejor tratamiento? ¿Qué hizo falta?
La académica Vilardy indica que lo prioritario es considerar
que los ecosistemas y el territorio han sido también una víctima del conflicto
armado. “Cuando los guerrilleros vayan a los tribunales, los jueces deberían
tener en cuenta los delitos no solamente contra el medio ambiente, sino
entender al territorio como una víctima de los actores armados con acciones
concretas como la voladura de oleoductos, el deterioro de los suelos con los
cultivos ilícitos. Este es un territorio que ha sido usado como fuente
económica para financiar el conflicto”.
En ese sentido agrega que ha revisado con detalle las penas
para los excombatientes. “Los guerrilleros tienen unos conocimientos ecológicos
tradicionales importantes que deben ser usados para pagar sus penas y pueden
tener trabajos asociados a la restauración de ecosistemas y de territorios.
¡Ellos tienen el conocimiento! Los lugares donde se van a concentrar los
guerrilleros deben estar asociados a procesos de ordenamiento territorial
ambientalmente sostenibles”.
Puntos pendientes
Aunque en el Acuerdo hay asuntos pendientes, la profesora
Vilardy sostiene que los puntos que sí fueron mencionados su abordaje quedó
diluido. “Por ejemplo, la conservación del agua queda explícito, pero no está
con el detalle que esperaríamos. El cierre de la frontera agrícola es el gran
dilema del país. Mire, le insisto, es muy valioso que estos temas estén en los
acuerdos, que quede escrito, pero implementar esto será muy difícil porque
tenemos un Gobierno que está pensando en que una de las bases de su economía
son los negocios verdes. Todavía nos falta mucho para concretar ese uso del
suelo. Hay un reto grande y la verdad es que no sé cómo lo vamos a resolver”.
Frente a los cultivos ilícitos en los Parques Nacionales
Naturales, dice que no hay claridad de su protección, sobre todo si se reviven
las aspersiones. “Yo creo que el Gobierno tiene claro que la erradicación tiene
que ser manual. La minería ilegal apenas quedó mencionada y la deforestación no
aparece. Sin embargo, considero que tienen que quedar más explícitos porque
estos son delitos contra el medio ambiente y ellos se han financiado con el uso
del suelo”.
Vilardy resalta, sin embargo, que el Acuerdo deja claro que
tanto el Gobierno como la guerrilla le apuestan a generar territorios no
solamente más equitativos, sino también sostenibles y adaptados al
cambio
climático.
Un compromiso
Entretanto, el experto en ambiente, Ricardo Lozano, indica
que el concepto que se debe comenzar a estructurar es el de paz ambiental. “Hay
una guerra en los territorios por el agua, una guerra en la que hoy en día la
gente accede a los recursos sin una planificación seria, sin una estrategia de
ordenamiento y sin una política clara pensando en el futuro. Hay que buscar la
paz ambiental”.
Agrega que tanto las Farc como el Gobierno desde el primer
día de conversaciones pusieron sobre la mesa un gran componente de conservación
y de protección y de sacar a la naturaleza de todo el conflicto y “eso hay que
cumplirlo”.
Contrario a lo anterior, para Carlos Tapia,
investigador del Instituto Alexander von Humboldt, no es tan clara la relación
entre ambiente y conflicto y pide que se revise la institucionalidad ambiental.
Indica que el país vive en una relación con el medio natural que es
conflictiva, “muy compleja y diversa donde además le sumamos que hay conflicto
armado, pues entonces las cosas se nos enredan” y agrega, que existen otras
variables que complejizan el panorama ambiental.
El experto indica que, por ejemplo, en los casos de siembra
de cultivos ilícitos, la minería ilegal, la falta de control del Estado de
algunas áreas “existen elementos extras que se suman a las dificultades de
hacer una gestión territorial acorde con la diversidad y riqueza que tiene
nuestro territorio. Se ha dicho que el conflicto se volvió la causa del
deterioro ambiental, y no, en paz también hay muchos conflictos asociados al
deterioro de los ecosistemas”.
Tapia indica que Planeación Nacional reveló un dato que dice
que más del 50 % de la deforestación del país se da en regiones en conflicto. “Con
eso se afirma que el conflicto ha ocasionado esa deforestación, esa es una
manera de verlo. La otra es preguntándose: ¿qué pasa en las áreas que no están
en conflicto y tienen deforestación? Si se acaba el conflicto no necesariamente
se termina la deforestación porque hay procesos de aprovechamiento y
transformación de los bosques que están ocurriendo, haya o no conflicto”.
Explica que más allá de la variable de conflicto, hay
problemáticas ambientales adicionales que se deben a que el país no tiene los
acuerdos sociales ni la capacidad normativa ni institucional para evitar ese
proceso de deforestación. “En ese sentido, insisto, la sola eliminación del
conflicto armado no necesariamente nos lleva a suprimir la mitad de la
deforestación del país. Todos los deterioros al ambiente no se van a terminar
si no fortalecemos las instituciones. No tenemos conocimiento, ni acuerdos
sociales, ni normas, ni reglas que nos permitan controlar esos deterioros”.
Bosques de paz
El ministro de Ambiente, Luis Gilberto Murillo, destaca que
el Acuerdo para la terminación del conflicto es un punto de partida que brinda
la oportunidad de generar cambios en las zonas en las que había incidencia de
las Farc, en puntos como la ampliación de la frontera agrícola, los cambios de
uso del suelo y la explotación ilícita de los recursos naturales.
“Este Acuerdo nos da la posibilidad de resolver uno de los
temas que ha estado pendiente y es cómo se integran a las comunidades a la
conservación y el manejo de los ecosistemas estratégicos, incluyendo los
declarados como áreas de reserva. Nuestra apuesta es no generar lo que han
llamado desplazamiento técnico. Esto nos lleva a todo lo que tiene que ver con
la conservación y con la buena administración del recurso hídrico”.
El ministro Murillo reconoce además que hay varios desafíos
en el marco de la implementación de lo acordado en La Habana. “Considero que
hay que tener cuidado porque se vienen una serie de obras de infraestructura
que necesitan estas regiones apartadas, pero hay que hacerlo de tal manera que
no generen altos impactos ambientales negativos. Además, todo esto debe estar
ligado a la posibilidad de poder compensar a muchas familias de estas zonas por
el servicio ambiental que prestan, y para eso hay que tener algún instrumento legal
para el pago por servicios ambientales”.
Puso como ejemplo la delimitación del páramo Las Hermosas en
Tolima. “Este era un santuario de las Farc y era complicado que nuestros
técnicos accedieran. Ahora es más fácil garantizar la conservación de esa zona
porque -este es uno de los dividendos de la paz- ya podemos ingresar a toda el
área, incluso con personas que se movieron desde la ilegalidad”.
¿Hizo falta algo en el Acuerdo? Murillo indica que hay que
aplaudir lo acordado y que con eso hay que trabajar. “Le insisto, tenemos la
oportunidad de concretar los beneficios ambientales de la paz y podemos hacer
unos cambios importantes en el sector ambiente y desarrollo sostenible. Desde
ya estamos planteando un programa que se llama Bosque de paz que también incluye
páramos, donde queremos tener guardianes de paz y ambiente que nos va a
permitir que excombatientes de las Farc y las comunidades puedan recibir
compensaciones por estos servicios”.
Por último, Murillo explica que desde ya su Ministerio está
consolidando una agenda que permita apostarle a la paz desde la conservación y
la sostenibilidad ambiental.
“Ya lanzamos el primer Bosque de paz en Mitú. La idea del
programa nació en Carmen de Bolívar, donde ya hay 180 jóvenes que se graduaron
de guardianes de paz y ambiente en una región golpeada por el conflicto. Es
decir, en el Ministerio ya arrancamos para llegar al territorio con hechos de
paz. En este momento tenemos varios tipos de Bosques de paz, en unos hacemos
reforestación y se hará con bosque seco tropical. Hay otro modelo y es el de
enriquecimiento de bosques naturales que fue el que llevamos a Mitú”.
En este caso lo que se hará, agrega el ministro Murillo, es
plantar más árboles para enriquecer el bosque. Lo novedoso es que la comunidad
decidió que cada árbol va a tener el nombre de una víctima. “Además,
desarrollamos un dispositivo para que cualquier persona en el mundo entero
pueda adoptar un árbol, nosotros hacemos una inversión inicial y alguien lo
adopta y paga para que las familias campesinas los cuiden. Eso es la paz, que
las familias de campo tengan cómo cuidar los árboles”.
PARA SABER MÁS PROPUESTAS AMBIENTALES AL EQUIPO DE
NEGOCIADORES
· Construir una nueva ética e institucionalidad ambiental.
· Propiciar la paz territorial basada en aprendizajes
derivados de procesos locales participativos.
· Incorporar criterios como el buen vivir y el bienestar
bajo en carbono.
· Trabajar por confluencia crítica entre la Agenda 2030 de
los Objetivos de Desarrollo Sostenible, con la agenda 2030 del posconflicto.
· Redefinir las relaciones entre la Colombia urbana y la
Colombia rural.
· Revisar el modelo extractivista minero energético y
proponer negativa al fracking.
· Construir un proyecto pedagógico permanente con sentido
humanista y bajo una ética planetaria.
· Fortalecer la investigación científica, la innovación y
otros modos de construcción del conocimiento.
Soy periodista y
candidata a máster en Humanidades. Me gusta el periodismo que se hace caminando.
El Chocó, la infraestructura y el vallenato son mi ruta. TOMADO DE EL COLOMBIANO
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