miércoles, 22 de marzo de 2017

VIVIR CON AGUA MALA

Día mundial del agua: cómo es la vida cuando el insumo vital es insuficiente y está siempre contaminado
Según el Observatorio de la Deuda Social de la UCA, el 17% de los argentinos no tiene agua potable; cómo se hidratan e higienizan estas 7 millones de personas y cuál es la solución que propone la organización "Agua segura" por Michelle Wigdorovitz
La postal más vista: el agua contaminada se carga en baldes o tachos de pintura. Foto: Gentileza Proyecto Agua segura
"El agua segura es un derecho y es indigno no tener acceso a agua potable, es una vergüenza", asegura Julio Esquivel, con un enojo y una angustia que se evidencia en sus ojos y en su voz. Él vive en la villa La Cava y hace 23 años que les da la merienda a cientos de chicos en el comedor comunitario "La Casita de la Virgen". Su reclamo se hace eco en otras miles de realidades, donde el agua contaminada -la única que tienen- apenas les alcanza para el consumo y la higienización.
Las acciones cotidianas y básicas de muchas personas se vuelven imposibles para tantas otras. Abrir una canilla, ya sea para lavar una fruta o cepillarse los dientes, son situaciones que no existen en miles de rincones de la Argentina. Y la situación realmente se complica en verano, donde a la contaminación se le suma la escasez: durante esa estación en La Cava sólo tienen agua de 4 a 7 de la mañana.
Agua potable, Proyecto Agua Segura. Foto: LA NACION / Ricardo PristuplukAgua potable, Proyecto Agua Segura. Foto: LA NACION / Ricardo Pristupluk 
"Las napas tienen contacto con el agua de la cloaca, y eso hace que no sea segura", indica Julio, mientras describe la situación de la villa, donde viven más de 10 mil personas: "El agua es una sola y se usa para todo, es poca y está sucia. Hay gente que no tiene agua ni para tomar ni para bañarse, y otra que no puede hervirla antes de usarla. Si se puede, la hervimos, le ponemos lavandina o esperamos que se estanque, para usar la parte de arriba, porque la de abajo tiene una baba negra de materia fecal".
"Yo como mamá lavo siempre las verduras, somos pobres pero sabemos que las verduras tienen que estar limpias. A mi nena le agarra igual gastroenteritis, porque del agua sale hasta arena", dice Irma Benítez, vecina de la villa.
El agua es un derecho
En 2010 la ONU difundió la Resolución 64/292, que reconoció que "un agua potable y limpia y el saneamiento son esenciales para la realización de todos los derechos humanos" y, a su vez, declaró el 22 de marzo como el Día Mundial del Agua para "llamar la atención sobre la importancia del agua dulce y la defensa de la gestión sostenible de los recursos". Sin embargo, y según UNICEF, hay 750 millones de personas en el mundo que aún no tienen acceso al agua potable: en Argentina, la cifra ronda los 7 millones.
Según la Organización Mundial de la Salud, el agua en mal estado provoca diarrea, gastroenteritis y malnutrición. Cada año 1.500 millones de personas sufren enfermedades transmitidas por el agua y mil niños al año mueren por este flagelo.
El Observatorio de la Deuda Social de la UCA, en tanto, sostiene que alrededor del 17% de los argentinos no tiene agua potable.
La propuesta del proyecto "Agua Segura"
 Hace cinco meses, Julio y los cientos de chicos que asisten al comedor consumen agua potable gracias al proyecto "Agua Segura " creado por Nicolás Wertheimer y Julián Weich. Hasta allí llegaron con un filtro mecánico LifeStraw, el único que cumple con los más altos estándares de protección sanitaria de la Organización Mundial de la Salud. El mecanismo es sencillo: se arroja agua en su interior -soporta 50 litros-, se baja una palanca de retrolavado del filtro, y el agua queda lista para consumir.
"Antes, teníamos que hervir el agua para hacer la leche de los chicos. Ahora, sabemos que les estamos preparando la merienda con agua en buen estado", afirma Julio, y agrega que, dada la escasez que sufren, el filtro sólo lo utilizan para el consumo: "No nos alcanza para lavarnos la mano ni para bañarnos, eso lo hacemos con el agua corriente, que viene como viene", asegura.
La organización nació un año atrás y el disparador fue una búsqueda en Google: "cuáles son las cosas que están cambiando el mundo", escribió Nicolás, de 28 años, mientras hacía su residencia en medicina. La imagen que encontró lo conmovió: chicos de África tomando agua de un charco. El paso siguiente fue decisivo: se comunicó con los fabricantes de LifeStraw, les hizo una propuesta y logró traer la tecnología. "Para hacer un proyecto grande necesitaba a una persona con gran experiencia en compromiso social: Julián Weich", cuenta Nicolás, socio del conductor y Embajador de UNICEF. Juntos, ya lograron que 20 mil personas tengan agua segura.
La llegada del agua potable a las comunidades
"Es interminable la necesidad de agua segura", asegura Julián Weich, y agrega: "ellos no lo viven como una problemática porque no tienen otra cosa que el agua verde". Si bien trabajan con escuelas y comedores de Buenos Aires, su foco está puesto principalmente en las comunidades rurales, dado que, según "Agua Segura", son los lugares más vulnerables por no tener acceso a agua de red y verse obligados a tomar agua de pozo, aljibes o del río. Además de llevar los filtros, realizan actividades de concientización y cambios de hábito relacionados con la problemática del agua. "No sólo mostramos lo que es el agua segura, sino que les enseñamos que el agua potable es un derecho", explica Julián.
Llegar a una comunidad que no tiene agua segura, charlar con ellos y ofrecerles una solución eficaz e inmediata es una escena que ni Julián ni Nicolás pueden recordar sin emocionarse. "La primera reacción de la gente es decirnos 'gracias por venir hasta acá'", revela el conductor, mientras destaca la calidez humana de los vecinos. "Lo primero que veo es a los chicos tomando agua que sacaron de un aljibe en un balde amarillo de pintura. Esas son realidades muy fuertes que ya vimos en 16 provincias", afirma Nicolás, y agrega: "el agua que tienen la utilizan para absolutamente todo y la cuidan mucho, porque no hay un acceso tan vasto".

Una experiencia inolvidable para ellos fue la llegada a un pueblo indígena: "El aborigen es muy temeroso de lo que hace el hombre blanco. Dimos charlas de agua segura y notábamos que no nos daban bolilla, hablábamos y no nos escuchaban porque no sabían hablar español. Sin embargo, nos dábamos vuelta y estaban tomando agua del filtro", recuerda Julián.  Tomado de la nación de ar 

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