Desastre en Perú por
los efectos del fenómeno El Niño Costero
La mitad del país está en emergencia por los aludes, que
dejaron 72 muertos y miles de damnificados en lo que va del año
Un dramático cruce de una calle inundada, ayer, en un barrio
de Lima. Foto: Reuters / Guadalupe Pardo
LIMA.- Primero, un bramido lejano que viene de las alturas.
Luego, una riada sucia y violenta. El huaico, una avalancha de lodo y piedras,
desciende de los cerros como una serpiente de barro que en estos días se está
comiendo velozmente las costas de Perú, y que en lo que va del año ya dejó 72
muertos.
Huaico quiere decir quebrada en quechua, esa división entre
los cerros por donde el agua desciende en época de lluvias. Esta vez la voraz
serpiente trascendió los Andes, donde suele golpear, y llegó hasta Lima. La
mitad de Perú se encuentra en estado de emergencia por el desborde de ríos y
los aludes que se suceden desde enero y que destruyen rutas y puentes, mientras
arrastran personas y animales.
Los especialistas explican que el desastre se debe al
fenómeno climático conocido como El Niño Costero, un calentamiento del mar
frente a la costa peruana que genera evaporación y lluvias, y que se ve
favorecido por la ausencia de vientos.
La catástrofe ambiental, vinculada al calentamiento global,
ya suma más de 72.000 damnificados que lo perdieron todo y 570.000 afectados,
que sufrieron daños menores. Según datos oficiales, sólo en la última semana
murieron 22 personas en diversas zonas en la costa del Pacífico, donde vive el
60% de la población de Perú.
En el caso de Lima, las precipitaciones llenan el río
Huaycoloro, que se activa sólo en verano, y el Rímac, que abastece de agua a la
capital.
"Los ríos incrementaron sus caudales y llegan a niveles
por encima de sus umbrales de emergencia. Se estima que El Niño Costero se
extendería por lo menos hasta abril", señala en un comunicado el Enfen, un
comité multisectorial peruano que estudia el fenómeno de El Niño a nivel
global.
Las fuerzas de seguridad ayudaron ayer con poleas y sogas a
varias madres, con sus hijos en brazos, a cruzar las calles de los barrios
pobres de la capital que se habían transformado en ríos de lodo.
El primer ministro, Fernando Zavala, dijo que se declaró la
emergencia en 760 distritos, equivalente a la mitad del país, y que se
declarará la medida en otros 16 distritos para permitir una rápida entrega de
ayuda humanitaria y el desembolso de dinero para la reconstrucción.
"Está todo inundado. Estamos incomunicados, porque ni
siquiera hay luz. Estamos prácticamente aislados por el río", advirtió
Milagros Meléndez. Con una polea y con ayuda de la policía, la mujer terminaba
de cruzar una avenida en el sector de Huachipa, al este de Lima. A sus pies, un
río de lodo discurría amenazando con tragársela si se soltaba.
Edwin Maricahua también hizo lo mismo. "Es una cosa
inesperada, pero qué se le va a hacer. Son cosas naturales que uno no se
espera. Pero ahí vamos", dijo antes del cruce. Al otro lado lo esperaban
su mujer y su hija. Poco después, en apoyo de la policía, llegaron los
bomberos, que colocaron su escalera extensible a manera de puente para acelerar
el rescate, antes de que fuera demasiado tarde.
Las lluvias azotaron toda la costa norte de Perú: Tumbes,
Piura, Lambayeque, La Libertad, Ancash, además de Lima, en mayor o menor grado.
Se armaron cadenas de solidaridad en todos lados, y el Palacio de Gobierno
abrió sus puertas para recabar ayuda.
El abastecimiento de agua potable en la capital está
restringido debido a la turbiedad de las aguas del Rímac. Y mientras en las
redes sociales empezaban a diseminarse rumores de saqueos o desabastecimiento,
el gobierno sacó a las fuerzas armadas de los cuarteles para ayudar a la policía
a controlar el orden público en las ciudades declaradas en emergencia. Además,
los uniformados trasladaron por barco y helicópteros ayuda a las ciudades que
quedaron incomunicadas.
Al borde de algunos puentes se asomó gente para hacer
selfies o grabaciones, muchas de las cuales dieron la vuelta al mundo, mientras
la policía intentaba desalojarlos a riesgo de ser súbitamente arrastrados por
la crecida de las aguas o el derrumbe de las estructuras.
El gobierno nacional criticó la falta de gestión de los
gobiernos regionales y municipios que, pese a contar con presupuesto, no
invierten en prevención. Por su parte, las administraciones locales exigieron
más apoyo.
La intensidad del desastre es mayor que las dos catástrofes
previas en Perú vinculadas al fenómeno de El Niño, en 1982 y 1998. Hasta ahora,
el registro de víctimas, sin embargo, fue superior en 1998, cuando murieron 374
personas.
Agencias AFP, AP y Reuters – TOMADO DE LA NACION DE AR
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