El lago sagrado de los Incas se ha convertido en una cloaca
de aguas contaminadas con plomo y otros metales pesados
La activista ambientalista Maruja Inquilla posa para una
foto junto a una planta municipal de tratamiento de residuos con agua que
desemboca en el Lago Titicaca, en Juliaca, en la región de Puno, Perú
La activista ambientalista Maruja Inquilla posa para una
foto junto a una planta municipal de tratamiento de residuos con agua que
desemboca en el Lago Titicaca, en Juliaca, en la región de Puno, Perú. Foto: AP
/ Rodrigo Abd
Una marejada equivalente a casi 2500 piscinas olímpicas de
aguas negras ingresan cada año al Titicaca sólo desde la bahía de Puno, una de
las 23 ciudades cuyos desagües fluyen al lago que Perú comparte con Bolivia.
Para los más de 750.000 turistas que lo visitan anualmente
es un lugar místico; el lago navegable más cercano del cielo, a casi 4000
metros de altitud. Para quienes viven en las orillas, la magia del glorioso
pasado incaico no existe.
Melinda Quispe camina sobre la basura derramada a orillas
del lago Titicaca, con su perro en brazos , en Kapi Cruz Grande, en la región
de Puno en Perú. Foto: AP / Rodrigo Abd
Hace cuatro meses, una campesina llamada Maruja Inquilla
quiso viajar hasta la casa presidencial de Lima cargada con miles de ranas
gigantes del Titicaca que aparecieron muertas para alertar a las autoridades
sobre la contaminación. Sin embargo, no logró hacer el viaje por falta de
dinero.
"Si las ranas hablaran, dirían: 'por esto me estoy
muriendo''', dice Inquilla indignada al pensar en los Telmatobius culeus, una
especie de la que sólo viven 10.000 animales y aparece en "peligro
crítico" en la lista roja de la Unión Internacional de Conservación de la
Naturaleza (UICN). Las autoridades han prometido solucionar el problema desde
hace dos décadas, pero hasta el momento eso no ha sucedido.
La activista ambiental Maruja Inquilla sostiene un pájaro
muerto llamado "Choca", en la orilla del lago Titicaca, en Coata, en
la región de Puno, Perú. Foto: AP / Rodrigo Abd
Click Aqui
Juliaca, una ciudad cercana donde aterrizan los turistas
internacionales en Perú, produce 200 toneladas diarias de basura y sus
habitantes arrojan gran parte a un río que se ha convertido en una compacta
faja transportadora de desperdicios que llega al Titicaca. Lo mismo ocurre con
otras dos decenas de ciudades asentadas alrededor del lago que tampoco cuentan
con plantas de procesamiento de aguas servidas ni sistemas de recolección de
residuos sólidos.
Niños en bicicleta sobre un puente del río Torococha cerca
de una planta de tratamiento de residuos municipales con agua que desemboca en
el Lago Titicaca, en Juliaca, en la región de Puno, Perú.. Foto: AP / Rodrigo
Abd
El lago Titicaca es una de las reservas de agua dulce de
Sudamérica, pero los hospitales cercanos lo usan para deshacerse de agujas hipodérmicas
y gasas, mientras que los restaurantes vierten aceite quemado en bolsas. Por
ello, los aldeanos de la zona lamentan no sólo la suciedad y la pestilencia que
genera, sino el hecho de que la contaminación destruye la flora y fauna.
La otra fuente de contaminación viene de las minas de oro
más altas del mundo, ubicadas a 100 kilómetros cuesta arriba, donde miles de
mineros informales usan hasta 15 toneladas de mercurio por año para purificar
el metal dorado y cuyos residuos tóxicos llegan al lago por un río.
Dos investigaciones científicas realizadas en 2005 y 2014
han mostrado que algunos peces del Titicaca tienen mercurio y otros metales
dañinos para la salud. En la más reciente, Mario Monroy, doctor en
ecotoxicología por la Universidad de Barcelona, halló mercurio, cadmio, zinc y
cobre por encima de los niveles admitidos para consumo humano en cuatro tipos
de peces que son parte de la dieta de la población. Además, Monroy detectó
deformaciones a nivel celular en la sangre de estos animales, que es ocasionada
por la contaminación de metales pesados.
El esqueleto de una oveja yace en la orilla del lago
Titicaca, Perú. Según activistas ambientales, el ganado y los cultivos de los
aldeanos están muriendo debido a la contaminación.. Foto: AP / Rodrigo Abd
El estado de la sangre de los peces es como un termómetro
para medir la contaminación del Titicaca, dijo Monroy a la AP.
Su estudio también encontró que el agua del lago posee plomo
por encima de los niveles permitidos para el consumo y afirma que el efecto de
los metales pesados en quienes lo consumen puede ocasionar anemias, dolores de
cabeza, problemas intestinales, osteoporosis y problemas de desarrollo mental,
entre otros. Y aunque la investigación fue auspiciada y difundida por la
gestión anterior de Perú, los pobladores aseguran que no han sido informados de
que podrían comer mercurio y beber plomo.
Una niña sostiene un plato de comida caliente mientras la
familia Avila almuerza en su casa en Coata, un pequeño pueblo en la orilla del
lago Titicaca, en la región de Puno, Perú.. Foto: AP / Rodrigo Abd
La familia Ávila prepara su almuerzo de patatas y pescado en
el piso de su casa en Coata, un pequeño pueblo a orillas del lago Titicaca, en
la región de Puno, Perú. Foto: AP / Rodrigo Abd
El gobierno del presidente Pedro Kuczynski tuvo reacciones
mixtas ante el pedido de comentarios de la AP. El ministerio de la Producción
que financió la investigación dijo que "es necesario realizar monitoreos
basados en protocolos establecidos para poder llegar a conclusiones
valederas", pero la ministra del Ambiente, Elsa Galarza, dijo que
comunicarán a la población que vive cerca del lago sobre el cuidado de comer
pescado contaminado, aunque no indicó una fecha específica para ello.
La familia Avila pesca en el río Costa, que desemboca en el
Lago Titicaca, en la región de Puno, Perú. Foto: AP / Rodrigo Abd
Maruja Inquilla, quien intentó alertar a la presidencia de
la contaminación del Titicaca, recorre las aldeas para alertar a los campesinos
de los peligros de la acumulación de basura y afirma que los habitantes de las
orillas sufren problemas estomacales, pero que ningún estudio médico
gubernamental se ha realizado en la zona.
María Ávila arrea su rebaño de ovejas en Coata, un pequeño
pueblo a orillas del lago Titicaca en la región de Puno, Perú
En la aldea costera de Coata se vive un drama similar al que
experimentan 1,3 millones de campesinos que habitan alrededor del lago de los
Incas.
María Avila tiene 23 años, es madre de una niña de cuatro y
se enfurece cuando habla de "la contaminación". Frente a su cabaña de
adobe hay un lago casi del tamaño de Puerto Rico y al costado hay un río, pero
no puede usar el agua de uno ni de otro para beber, asearse, lavar su ropa o
cocinar. Si la toma, enfermaría de diarreas agudas; si se baña, le saldrían
granos rojos en la piel; si lava una blusa blanca, ésta adquiriría un color
verdoso y si tratara de calentar el agua para prepararse un mate, la bebida
tendría un sabor salado y amargo.
Una mujer lleva a su bebé camino a su casa en Kapi Cruz
Grande, una aldea en las orillas llenas de basura del Lago Titicaca en la
región de Puno en Perú. Foto: AP / Rodrigo Abd
Lilian Ávila Díaz enciende su estufa de leña para preparar
el almuerzo para su familia en Coata, un pequeño pueblo a orillas del lago
Titicaca, en la región de Puno, Perú. Foto: AP / Rodrigo Abd
A María no le queda más que esperar la lluvia, pero si no
hay precipitaciones debe remar en su bote unos diez kilómetros hacia el
interior del lago para juntar agua en bidones. Ésta, a diferencia de la que
llega hasta la orilla, sí puede usarse para cocinar, bañarse y beber después de
hervirla. María extraña los viejos tiempos: recuerda que hace una década sólo
navegaba cinco kilómetros para recoger agua y hace 20 podía tomarla de las
orillas.
Las aves atrapadas y las truchas se ponen a secar en el
techo de paja de una casa en Kapi Cruz Grande, una aldea en la orilla del lago
Titicaca en la región de Puno en Perú. Foto: AP / Rodrigo Abd
María Ávila alimenta a su hija Shomara en la casa de adobe
de su familia en Coata, una aldea en el costado del lago Titicaca, en la región
de Puno, Perú. Avila se enojó mientras hablaba de la contaminación del lago.
"Mis antepasados han vivido aquí más de 500 años. Nunca han pasado por
estas cosas ". Foto: AP / Rodrigo Abd
En ocasiones, pese a vivir frente a un lago y un río, se
forman colas de hasta 300 personas para recibir agua en bidones que las
autoridades llevan en camiones cisternas.
Edwin Corrales, médico que trabajó 15 años en la zona,
refiere que todos los niños de la aldea tienen cuadros de diarreas agudas y
dermatitis con frecuencia. Asimismo, dice que la gente "ya se
acostumbró" a padecer estas dolencias.
María no está de acuerdo con eso. Según la joven campesina,
los vecinos del Titicaca se resisten a vivir "como cerdos o perros
mendigos, porque no somos eso", asevera mientras endurece los músculos de
su rostro tostado por el sol del altiplano. Como ella, otros pobladores de la
zona sienten que los alcaldes, los ministros y quienes han dirigido el país no
han cuidado el lago.
Un muchacho observa desde un barco de pesca lleno de
desperdicios, en la orilla del lago Titicaca en Kapi Cruz Grande, en la región
de Puno de Perú.. Foto: AP / Rodrigo Abd
En 2011, el entonces candidato presidencial Ollanta Humala
prometió acabar con la contaminación y construir plantas para procesar las
aguas cloacales. Se llevó el 79% de los votos de la región lacustre, la cifra
más alta del país, y no cumplió.
María José Campos Inquilla de pie junto al río Torococha
lleno de basura cerca de una planta de tratamiento de residuos municipales que
se alimenta en el Lago Titicaca, en Juliaca, en la región de Puno, Perú
María José Campos Inquilla de pie junto al río Torococha lleno
de basura cerca de una planta de tratamiento de residuos municipales que se
alimenta en el Lago Titicaca, en Juliaca, en la región de Puno, Perú. Foto: AP
/ Rodrigo Abd
Por su parte, el presidente Kuczynski, que vivió tres meses
junto a su padre médico en una aldea minera a 40 kilómetros del lago cuando
tenía 11 años, ha prometido lo mismo que su antecesor: construir diez plantas
de tratamiento de aguas residuales "para que el lago más bello del mundo
sea el más limpio del mundo". El mandatario, quien afirma que en más de 80
ciudades de Perú los desagües contaminan los ríos, ha puesto en su lista de
prioridades el acceso al agua potable y el alcantarillado desde que ingresó al
poder en agosto.
Desde Bolivia, el presidente Evo Morales ha prometido usar
85 millones de dólares para descontaminar la parte boliviana del lago, pero los
campesinos están hartos de escuchar promesas y creen que el tiempo se acaba.
Primos de la familia Avila buscan juguetes desechados en las
orillas del Lago Titicaca, en Coata, en la región de Puno, Perú.. Foto: AP /
Rodrigo Abd
Al interior de un bote que recorre el lago, Maruja Inquilla
divisa el cadáver de una gallareta andina que flota entre el agua verdosa y
llena de basura. La toma de una pata y dice: "Ni el lago ni los ríos eran
así antes; era agua cristalina, podías apreciar los peces, era vivir como en un
paraíso".
Textos Franklin Briceno / AP Fotos Rodrigo Abd /AP Edición
Fotográfica Alfredo Sánchez – tomado de la nación de ar
No hay comentarios:
Publicar un comentario