CONSTRUYEN CASAS CON PAJA Y NEUMÁTICOS
La bioconstrucción gana terreno; se usan materiales
naturales o reciclados y procedimientos que generan menor impacto en el medio
ambiente; los costos son similares al sistema tradicional
Silvina Vitale Viviendas del futuro. Las casas se realizan
con rastrojos de paja y otros elementos reciclabes
La bioconstrucción avanza. Ya hay varios proyectos
terminados en distintos puntos del país y si bien este tipo de construcción
tiene unos 40 años en la Argentina, en la última década recibió un nuevo
impulso por la necesidad y la preocupación por bajar el impacto ambiental. La
bioconstrucción tiene en cuenta el ideal de la huella de carbono cero. Se
realiza con materiales y procedimientos destinados a generar el menor impacto
en el ambiente durante la etapa de construcción pero también cuando se habita.
Se usan materiales naturales, en general propios del lugar donde se construye.
Pueden ser desde tierra, madera, piedra, rastrojo de paja y reciclados como
neumáticos, botellas de vidrio o plástico hasta latas de aluminio, entre otros.
"La idea es analizar la mejor opción en cada caso,
tenemos en cuenta el impacto ambiental, la eficiencia energética, la salud,
durabilidad, estética y las opciones de mantenimiento", dice Juan Bachi
Pilotta, ingeniero y socio de N4ve. Su empresa se dedica a hacer navetierras o
earthships, un tipo de bioconstrucción desarrollada por el arquitecto
estadounidense Michael Reynolds hace 40 años -en Taos Nuevo México, donde
empezó con sus investigaciones hay unas 300 navetierras-. En 2014 se construyó
la primera de Argentina en Ushuaia, luego un hostel en El Bolsón, un refugio
para la comunidad wichi en Salta, una vivienda y un refugio público en Mar del
Plata y hay otras en construcción en Tandil.
Las navetierras, y en sí los distintos tipos de
bioconstrucción, tienen la particularidad de requerir un equipo de personas
numeroso al momento de la construcción, esto hace que los tiempos se reduzcan y
que la estructura esté lista en unos pocos días. En el caso de N4ave, que
trabaja mayormente con neumáticos rellenos de tierra compactada, que no llevan
ningún proceso de fraguado -endurecimiento- y no hay tiempos de espera; esto
permite avanzar simultáneamente en distintas áreas, como terminaciones,
carpintería frontal, sistemas de agua y de energía alternativa. Por ejemplo,
una de las edificaciones de las que participaron destinada a una escuela de 300
m2 en Uruguay se construyó en sólo 45 días .En la provincia de Córdoba, Quinua
Arquitectura llevó adelante varios proyectos en Salsipuedes -donde asentó el
eco barrio Villa Sol-, Río Ceballos, Agua de Oro, Mendiolaza, El Manzano,
Cuesta Blanca, Malagueño, Las Rabonas, Anizacate, José de la Quintana, La Bolsa
y Los Reartes, entre otras localidades. En este caso, se construye con
estructuras independientes sismorresistentes de palos redondos de eucalyptus
rostrata y dos técnicas de construcción en barro que complementan la
sismorresistencia: la quincha -húmeda o seca, que se trata de un entramado de
madera, caña u otros elementos y se rellena con una masa de tierra, arcilla,
fibras vegetales y otros componentes- y el barro encofrado -que se vierte
dentro de una estructura- que se usa en especial para los muros ubicados al sur
porque tiene mayor aislación térmica. Para los techos realizan cubiertas verdes
o techo vivo.
Ahorro a futuro
El costo de la bioconstrucción no varía mucho respecto del
de la construcción convencional, son aproximadamente unos $ 14.000 a $ 15.000
por m2; si bien se requiere de materiales de menor costo como tierra o
reciclados lleva una mayor cantidad de mano de obra y los sistemas de energía
fotovoltaica y de tratamiento y depuración del agua que se instalan son más
caros que los de una vivienda tradicional. Pero el ahorro llega al momento de
habitarlas; "las navetierras resuelven por sí mismas la provisión de
energía eléctrica, el tratamiento y recolección de aguas, así como también su
diseño solar pasivo evita costos en refrigeración y calefacción. En su vida
útil es cuándo se ve la conveniencia económica", dice Bachi Pilotta.
"Es cierto que el precio por m2 es similar al de las
construcciones tradicionales pero en estos casos se incluyen todos los sistemas
complementarios para tratamiento de aguas y acondicionamiento de la
vivienda", dice Pablo Capitanelli, arquitecto de Quinua.
Entre las críticas que recibe la construcción verde la
primera se dirige a lo artesanal de su manufactura, también al abastecimiento
de materiales que no siempre es regular. Además, al no trabajar con materiales
estandarizados las dimensiones varían lo que requiere una adaptación constante
al elemento. Otro reto es encontrar mano de obra porque los constructores
convencionales no están habituados a trabajar con estos elementos y técnicas.
Por último, está el aspecto legal, como se trata de materiales y métodos no
homologados, para construir hay pedir la habilitación por excepción o permisos
especiales --aunque en el país ya hay más de 30 municipios que la avalan.
"En el contexto contemporáneo de crisis energética y
productiva es imposible mantener el paradigma arquitectónico hegemónico del
momento. Ya son insostenibles los niveles de contaminación que generan, en
cambio la bioarquitectura toma a la vivienda enclavada en su entorno como una
sola unidad- más saludable, sostenible y que responde en forma directa a las
necesidades biológicas, sociales, psicológicas de la persona dentro de la
comunidad, más que a necesidades creadas por el mercado", concluye
Capitanelli. Pero la bioconstrucción en la Argentina está todavía en una etapa
inicial, se necesitan políticas de desarrollo, leyes y reglamentación que le
den un impulso más fuerte.
TOMADO DE LA NACION DE AR
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