El cambio climático
provoca que se duerma menos y peor
Un grado de aumento en la temperatura ambiental promedio
añade tres noches extra de mal dormir al mes, según esta investigación. | texc
El cambio climático puede quitarnos el sueño y no sólo
metafóricamente. Las noches que son más calientes de lo normal pueden
perjudicar el sueño humano, siendo los ancianos y las personas con menos
ingresos las más afectadas, según un estudio realizado por investigadores de la
Universidad de Harvard (Estados Unidos).
La investigación, liderada
por Nick Obradovich —quien realizó gran parte del estudio como
estudiante de doctorado en Ciencias Políticas en la Universidad de California—,
documentó la relación entre el aumento de las temperaturas y el mal dormir. El
estudio fue publicado en la revista Science Advances.
Se encuestó a más de 750 mil estadounidenses sobre la
percepción de la calidad de su sueño. Luego Obradovich cruzó esta información
con las temperaturas promedio de las noches entre 2002 y 2011. La conclusión:
un grado más de temperatura —durante el período estudiado— que se tradujo en
tres noches más de mal dormir al mes.
A futuro —asegura el estudio— se espera que la temperatura
siga aumentado y que, tal como ha pasado hasta ahora, las máximas de la noche
tengan un mayor incremento que las del día. En base a esta proyección, para
2050 se espera que las noches de mal dormir se eleven a seis y para finales de
siglo lleguen casi a cubrir la mitad del mes.
"Otros investigadores han establecido bien que el sueño
es un componente crítico de la salud humana. Dormir poco puede hacer a una
persona más susceptible a enfermedades y patologías crónicas, y puede dañar el
bienestar psicológico y el funcionamiento cognitivo", dice Obradovich
—ahora investigador posdoctoral en la Escuela Kennedy de Harvard— y publica
Europa Press.
"Lo que nuestro estudio demuestra no es sólo que la
temperatura ambiente puede desempeñar un papel en la interrupción del sueño
sino también que el cambio climático podría empeorar la situación aumentando
las tasas de pérdida del sueño", agrega Obradovich.
El mecanismo que regula la temperatura corporal es el mismo
que controla el sueño; de ahí su estrecha relación, explica Javiera Castro,
experta en cronobiología y doctora en Ciencias Biomédicas de la Universidad de
Chile citada por El Mercurio. "El ciclo circadiano controla ambos
mecanismos. Así, cuando estamos despiertos, la temperatura corporal es mayor, y
ésta desciende cuando dormimos", explica. Cuando el cuerpo se prepara para
dormir, los vasos sanguíneos se dilatan, lo que facilita la pérdida de
temperatura a través de la piel. Así, el cuerpo mantiene esa nueva temperatura
durante toda la noche hasta justo antes de despertar, donde esta vuelve a
elevarse. Por eso, si el ambiente no permite esta autorregulación, el sueño se
verá afectado.
"Cuando el cuerpo no puede compensar de forma cómoda
las variaciones de temperatura, no se logra alcanzar los ciclos REM o de sueño
profundo", explica la especialista.
El efecto negativo de las noches más cálidas es más agudo en
verano, según la investigación, con una tasa de casi tres veces más alto en
verano que en cualquier otra temporada. El efecto tampoco se distribuye
uniformemente entre todos los grupos demográficos. Aquellos cuyos ingresos son
inferiores se ven tres veces más afectados que quienes están mejor
económicamente, y los mayores de 65 años son los más afectados, el doble que
los adultos más jóvenes. TOMADO DE LOS TIEMPOS DE BOLIVIA
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