¿Cuánto perdemos por desaprovechar resultados científicos?
Nunca como hoy el progreso de la humanidad en cualquier
esfera estuvo tan condicionado por la aplicación de avances científicos y
tecnologías cada vez más eficaces
Autor: Orfilio Peláez Prototipo de
purificador doméstico de agua creado por el IMRE y el Instituto Superior de
Diseño Industrial. Foto:Cortesía doctor Gerardo Rodríguez
Nunca como hoy el progreso de la humanidad en cualquier
esfera estuvo tan condicionado por la aplicación de avances científicos y
tecnologías cada vez más eficaces.
¿De qué forma se puede incrementar la producción de
alimentos, desarrollar nuevos fármacos, equipos médicos y medios diagnósticos,
crear nuevos materiales para la industria electrónica y las telecomunicaciones,
o elevar los rendimientos deportivos, si no es a través de la generación y
empleo
de nuevos conocimientos?
Inmersa en vitales transformaciones dirigidas a la
actualización del modelo económico-social y a alcanzar con sus propias fuerzas
la sostenibilidad del proyecto socialista, Cuba necesita que la ciencia, la
tecnología y la innovación lleguen a ser abanderadas de este proceso, aportando
más riquezas y contribuyendo a la sustitución de importaciones y a la
diversificación de los rubros exportables.
Sin embargo, y con la excepción de lo ocurrido en las
entidades del antiguo Polo Científico del Oeste de la capital (agrupadas hoy en
BioCubaFarma), en buena parte del resto de la actividad científica nacional la
generalización de resultados validados no ha navegado con igual efectividad y
son muchos los que han engrosado la lista de los «engavetados» u olvidados.
Las causas van desde la falta del financiamiento requerido
para desarrollar e introducir un producto, hasta la ausencia del necesario acercamiento
entre las entidades investigativas y el sector empresarial y productivo. Así ha
sucedido en centros científicos pertenecientes al Ministerio de Educación
Superior, sobre todo de la Universidad de La Habana (UH).
Tampoco puede pasarse por alto cierta subestimación a los
logros obtenidos fuera del área de la biotecnología, de ahí que no pocas veces
se prefiera acudir al mercado internacional para adquirir lo que realmente
puede hacerse en el país con la calidad requerida.
Resulta oportuno mencionar el ejemplo de los sistemas de
purificación de agua ZZ para consumo humano y animal, basados en la zeolita
natural purificada y modificada con sales de zinc, abordado en esta página por
primera vez en el 2010 y posteriormente en el 2013.
Desarrollado por especialistas del Instituto de Ciencia y
Tecnologías de Materiales (IMRE) de la Universidad de La Habana, encabezados
por el Doctor en Ciencias Gerardo Rodríguez Fuentes, miembro titular de la
Academia de Ciencias de Cuba, este producto obtuvo su registro sanitario en
1999 y las pruebas de validación tuvieron lugar en instituciones de reconocido
prestigio, como el Instituto Finlay y el de Medicina Tropical Pedro Kourí.
El novedoso sistema demostró ser un potente microbicida de
amplio espectro, capaz de eliminar las pseudomonas, shigella, salmonellas,
escherichia coli, vibrio cholerae, giardias y muchos más microorganismos.
Dicha tecnología no solo garantiza la máxima calidad del
agua desde el punto de vista microbiológico, sino que también puede ser una
alternativa viable a la acción de hervirla, tributando al ahorro de energía
eléctrica. Constituye, además, una solución de bajo costo factible de utilizar
en la prevención de enfermedades vinculadas a la contaminación de las fuentes
de abasto en lugares apartados y en aquellos asolados por desastres naturales y
conflictos bélicos.
Tomando en cuenta esa condición, el IMRE creó junto con el
Instituto Superior de Diseño Industrial, un prototipo de jarra doméstica para
purificar el agua, en el cual el líquido comienza a ser filtrado en el momento
de llenar el depósito directamente de la pila.
Con fecha posterior y utilizando la propia zeolita natural
concebida por el doctor Rodríguez Fuentes, la empresa Inpud de Villa Clara
elaboró el equipo denominado Filtro-Purificador ZZ.
Después de una larga espera que rebasa ya los 19 años, el
resultado sigue sin generalizarse y el país importa los filtros de agua de
procedencia coreana que se ofertan en las tiendas de divisas.
Lo sucedido pone de manifiesto la carencia de mecanismos
organizativos y de estimulación que favorezcan la rápida aplicación de los
resultados de la ciencia y la innovación y de cómo el sector productivo y de
servicios no se nutre aún en buena medida de lo creado en las universidades
cubanas.
Algo similar ocurre con las tabletas antidiarreicas para
adultos Enterex, primer medicamento elaborado a partir de la zeolita natural
registrado en el mundo en su momento, y obtenido igualmente en el IMRE, en
colaboración con los Institutos de Gastroenterología y el de Farmacia y los
Alimentos.
Quizá lo más llamativo es que se trataba de un proyecto del
Ministerio de Salud Pública y la Imefa lo produjo y comercializó en la red de
farmacias del país entre 1996 y el 2000.
Pese a su comprobada efectividad en el tratamiento de las
diarreas, dejó de fabricarse y las causas de tal decisión aún son desconocidas
por quienes laboraron en su desarrollo.
Otros fármacos elaborados en el IMRE mediante el uso de la
zeolita natural purificada y modificada tuvieron un destino parecido. Baste
citar el antiácido Neutacid, la Colestina para reducir el colesterol y la crema
dérmica contra las escaras. Entre los aportes vinculados con la agricultura,
resalta la prolongada demora en extender la aplicación de los sustratos Nerea,
que reducen el empleo de fertilizantes químicos en diferentes cultivos, sin
afectar los rendimientos.
Urge entonces rescatar y aprovechar tan fundamentado caudal
de conocimientos. No hay tiempo para más dilaciones.
// TOMADO DE LA GRANMA DE CUBA
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