UTC El principal punto débil sigue siendo la situación
fiscal. El permanente déficit ha abultado el nivel de deuda pública, llevándolo
a niveles delicados
Paulo Guedes deberá mejorar la situación fiscal, revertir
la creciente deuda pública que llega al 77% del PIB, retomar el crecimiento y
empujar reformas estructuralesLa propuesta de
Bolsonaro habla de privatizar
muchas de las 147 compañías del estado para hacer frente a la deuda que se
calcula en US$ 1 billón.
Jair Bolsonaro, todo indica sería el próximo presidente de
Brasil y la economía es todo un desafío para un candidato que abiertamente
reconoce que no es un tema que maneje. Pero para suplir su falta de
conocimiento, eligió al economista Paulo Guedes para lograr el balance.
Guedes, que estudió en la Universidad de Chicago y fue
fundador de Pactual (hoy BTG Pactual), será el próximo ministro de Hacienda.
Desde esa posición, Guedes deberá mejorar la situación
fiscal, revertir la creciente deuda pública que llega al 77% del PIB, retomar
el crecimiento y empujar reformas estructurales en temas tributarios y de
pensiones.
El foco, de acuerdo a lo que se lee en el programa, es
claro: “Necesitamos lograr un superávit primario ya en 2020” y “nuestra
estrategia será adoptar las mismas acciones que funcionan en los países con
crecimiento, empleo, baja inflación y oportunidades para todos”.
Las ideas que plantea la candidatura de Bolsonaro han sido
vistas con buenos ojos por el mercado y los inversionistas. “Los puntos del
programa apuntan en la dirección correcta”, aseguran consultados.
Sin embargo, más allá de la intención que se tenga, explican
que el camino no será del todo fácil considerando el escenario actual. “La
economía brasileña se ha recuperado de la recesión del 2015-2016, pero aún
permanece frágil”.
El principal punto débil sigue siendo la situación fiscal.
El permanente déficit ha abultado el nivel de deuda pública, llevándolo a
niveles delicados”, explica Axel Christensen, director de Estrategia e
Inversión de Blackrock.
Desde la visión del equipo de Jair Bolsonaro se han
identificado unas diez áreas donde atacar. Una es la administración pública que
ha crecido de forma desproporcionada a través de la multiplicación de cargos,
beneficios y transferencias.
Como resultado, hoy se tiene un sector público
“ineficiente”, aseguran. “Podemos hacer más con mucho menos”, se lee respecto
de la idea de recortar privilegios y reducir a la mitad los 29 ministerios que
hoy funcionan en el país.
Como medidas para el control de gastos, el programa del
candidato establece que controlarán la nómina de sueldos y recortarán gastos a
fin de ajustar las cuentas públicas.
“Brasil tiene una deuda de R$ 4 mil millones y paga R$ 400
mil millones en intereses”, aseguró Paulo Guedes hace unas semanas. A eso suma
otro dato y hace referencia al Plan Marshall post Segunda Guerra Mundial:
“Brasil reconstruye una Europa al año solo en pago de intereses y sin
amortización de deuda”.
La fórmula que plantea el programa hace referencia a reducir
en 20% el volumen de la deuda por medio de privatizaciones y venta de activos
inmobiliarios y la reducción del costo de la deuda a través de la recuperación
del grado de inversión y de la estabilidad monetaria.
En Brasil, el sistema previsional es de reparto y son las
compañías las que gestionan los ahorros de sus trabajadores.
Por otra parte, aunque la edad de jubilación es para los
hombres a los 65 años y para los mujeres a los 60 años, la mayoría accede antes
de eso a su pensión. Un hombre, por ejemplo, puede retirarse si ya logró
cotizar durante 35 años. Es decir, podrían hacerlo 10 años antes del tope
establecido.
El envejecimiento de la población ha complicado las cosas y
hasta ahora no ha habido voluntad para hacer una reforma real al sistema. El
saliente Presidente Temer hizo su esfuerzo, pero no logró el cambio debido a
las fuertes presiones, especialmente de los sindicatos.
Ahora la dupla Bolsonaro-Guedes propone la instauración de
un modelo de capitalización que se introduciría de forma paulatina y con la
opción de elegir entre el antiguo y el nuevo sistema para quienes ya cotizan.
“Obviamente, la transición de un régimen a otro genera un problema de
insuficiencia de recursos en la medida en que los jubilados dejan de contar con
la contribución de quienes aportan por la capitalización”, se lee en el
programa, pero se explica que se creará un fondo para asegurar esas pensiones y
que el cambio será gradual.
Además, esta semana el candidato Bolsonaro comentó estar
abierto a bajar la edad de jubilación, pero de forma progresiva.
Radical es el cambio que propone el programa de Jair
Bolsonaro en términos tributarios. La reforma plantea una unificación de
tributos y una simplificación del sistema.
Esto es aplaudido por el mercado, que reconoce que lo que
existe es un sistema “complejo”. Es más, según cuentan expertos, las
corporaciones que funcionan en Brasil destinan 1.958 horas al año para cumplir
con sus obligaciones tributarias. La cifra es seis veces el promedio del resto
de los países de América Latina. A esto se suma que dentro del mismo país
conviven diferentes tributos por regiones y sectores. Lo que complica aún más
las cosas.
Entre las propuestas del candidato está, por ejemplo, la
unificación de cinco impuestos específicos por uno que grabará los bienes y
servicios. Además, el impuesto a la renta a las personas bajaría del 27,5%
actual para el tramo más alto a un 20%, pero a las personas jurídicas
aumentaría de 17,5% a 20%.
En el caso de las empresas, la iniciativa plantea bajar los
impuestos del 34% actual a un 15%. La baja de la recaudación que eso implicaría
se compensaría con la implementación de un impuesto de 20% a los dividendos que
hoy están exentos.
De acuerdo al programa del candidato Bolsonaro, la idea de
la nueva administración sería mantener el “trípode” macroeconómico vigente:
cambio flexible, meta de inflación y meta fiscal.
Además, aseguran que avanzan en la presentación de una propuesta dirigida a que el Banco Central sea un organismo autónomo. Es que a diferencia de lo que ocurre en Chile o en México, en Brasil la entidad cuenta con “autonomía administrativa”, pero no independencia.
Además, aseguran que avanzan en la presentación de una propuesta dirigida a que el Banco Central sea un organismo autónomo. Es que a diferencia de lo que ocurre en Chile o en México, en Brasil la entidad cuenta con “autonomía administrativa”, pero no independencia.
La propuesta incluye el que el directorio de la entidad
tenga “mandatos fijos, metas de inflación y métricas claras de actuación”.
Actualmente, Brasil tiene 147 empresas estatales y según se
detalla en el programa, 18 de ellas dependen de subvenciones del gobierno para
su funcionamiento.
Es más, de acuerdo a datos oficiales, entre 2012 y 2016 el
gobierno desembolsó R$ 122 mil millones en las compañías y el retorno que
obtuvo llegó a apenas un 73% del gasto en el que se incurrió.
La propuesta de Bolsonaro habla de privatizar compañías para hacer frente a la deuda que se calcula en US$ 1 billón.
La propuesta de Bolsonaro habla de privatizar compañías para hacer frente a la deuda que se calcula en US$ 1 billón.
Aunque hasta ahora no se ha precisado qué empresas podrían
entrar en este proceso, mucho se habla del Banco do Brasil y de Petrobras. Pero
Bolsonaro le sacó el pie al acelerador y anunció que sería un proceso paulatino
y que no tocaría el sector de generación de energía. Y agregó que algunas
compañías “estratégicas” no entrarían en este proceso. Ahí podría estar
Petrobras, aseguran expertos.
Desde 2003 que en Brasil existe un programa de beneficios
sociales que se denomina Bolsa Familia. A través de él, las familias en
situación de extrema pobreza reciben mensualmente un cheque que se traduce en
un beneficio monetario para aquellos que tienen una renta per cápita de entre
US$ 27 y US$ 53. Eso en el caso que en la casa vivan niños de hasta 17 años.
Cuando no hay niños, la renta per cápita debe ser de US$ 27.
El programa es muy popular en Brasil. Y aunque Bolsonaro
pretende modernizarlo y mejorarlo, lo cierto es que no ha entrado al detalle de
cómo lo hará.
Lo que sí está definido en el plan económico de Bolsonaro es
la creación de una “renta mínima” para las familias brasileñas. “Vamos a dejar
claro: nuestra meta es garantizar a cada brasileño una renta igual o superior a
lo que actualmente se paga por Bolsa Familia”.
Si bien la brasileña es una economía importante a nivel
mundial, la apertura a los mercados externos es limitada.
Para la dupla Bolsonaro-Guedes, en este tema está “una de
las maneras más efectivas de promover el crecimiento económico de largo plazo”.
Agregan que la evidencia los respalda: “Los países más abiertos son también los
más ricos”.
Según el Banco Mundial Brasil está en condiciones de hacer
crecer al 7% sus exportaciones y 6,6% sus importaciones, aumentar el PIB en
cerca de un 1% y crear más de 400 mil nuevos empleos.
La propuesta del programa incluye una reducción de las
alícuotas de importación y de las barreras no arancelarias, y trabajar en la
constitución de nuevos acuerdos comerciales con diferentes socios comerciales.
La crisis económica y política ha complicado a Brasil en los
últimos años y ha incidido en la productividad de su economía. Básicamente,
según el programa de gobierno, las nuevas tecnologías y los cambios que ha
sufrido la sociedad “demandan una profunda transformación”.
Con esto en mente, la propuesta va por el lado de tomar
medidas que “aceleren la modernización de la estructura productiva”.
Los dardos en este sentido apuntan al fortalecimiento del
mercado de capitales, ampliar las calificaciones y la capacitación de los
trabajadores para las demandas de la nueva economía, establecer apoyos a
start-ups de “alto potencial” y entregar estímulos para la innovación por medio
de políticas por el “lado de la oferta”, como la depreciación acelerada y la
apertura comercial.
Los resultados de la última entrega del informe Doing
Business que mide y compara el ambiente para hacer negocios en 190 países fue
lapidario con Brasil. De acuerdo al estudio de este año, están en el puesto
125.
En este sentido, el programa de gobierno de Bolsonaro pone
un foco importante en el tiempo que toma la apertura o cierre de una empresa.
De acuerdo a cifras del Banco Mundial, abrir una empresa en
Brasil demora al menos 80 días. Y aunque la cifra ha ido bajando -en 2013 eran
87 días-, la idea de Bolsonaro es que este proceso dure como máximo 30 días.
Y va más allá: de cumplirse el plazo y no tener respuesta,
automáticamente la empresa quedaría autorizada para comenzar a operar o, en su
defecto, para cancelar su operación si es que lo que se busca es el fin de la
operación.
“Desburocratizar, simplificar, privatizar y pensar de forma
estratégica e integrada” es la máxima en temas de infraestructura para
Bolsonaro.
El plan es bajar el riesgo regulatorio para que Brasil pueda
atraer grandes inversiones en este sentido. Y, de paso, se generen empleos y se
logren bajar los costos de esos servicios para los usuarios.
De acuerdo a fuentes de mercado, el sector lleva años muy
disminuido. Es más, cuentan que las inversiones en Brasil han bajado a 16% del
PIB desde mediados del año pasado y que las inversiones federales están en su
mínimo histórico.
Es más, aseguran que el país se beneficiaría
significativamente de la atracción de capitales privados para inversiones en
infraestructura, porque muchos proyectos, como puertos, aeropuertos y
carreteras, han sido pospuestos en los últimos años.
Si se desmenuza por sectores, en términos portuarios, por
ejemplo, el diagnóstico es claro. El plan plantea la necesidad de mejorar la
eficiencia de los 37 puertos que tiene el país por los que anualmente mueven
unos 800 millones de toneladas de carga.
Además, se pretende lograr una reducción de costos y de los
plazos de embarque y desembarque de carga. “Nuestro objetivo es llegar al final
de nuestro gobierno a parámetros similares a los de Corea del Sur, Japón o
Taiwán”, se asegura en el programa.
En el caso de los aeropuertos, aseguran que es necesario
atraer inversión para expandir y modernizar los terminales por donde, en 2017,
pasaron casi 99 millones de pasajeros.
TOMADO DE ENVIO DE MERCOPRESS
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