Libertad de prensa y
falsos positivos
Autor: Elson Concepción Pérez | internet@granma.cu
Ilustración: Klau Abalos en «El Lobo y los medios».
Argentina.
Hay una muy vieja polémica respecto a la libertad de prensa.
Y es que hasta la propia palabra libertad, que debía ser
venerada y situada en un pedestal, ha sido vilipendiada y convertida en una
parte del juego de intereses políticos y económicos, de acuerdo con
circunstancias y siempre bajo el imperativo de la ley del poder.
Y es que precisamente son esos poderosos intereses los que
usan la libertad únicamente como expresión de lo que quieren.
Así ha pasado con la libertad de prensa, que este 3 de mayo
conmemora su día.
Y me pregunto: ¿se merece una celebración o la nominación de
un Día, una libertad en cuyo nombre se encierran los más viles ejercicios
mediáticos para acompañar guerras, invasiones, derribo de gobiernos
progresistas…?
¿Quién conmemora y qué se conmemora? ¿La libertad del poder
mediático alineado al lado de quienes le pagan? ¿O la libertad aún por
conquistar de quienes ven en la prensa un medio de comunicación, información,
al servicio de las mayorías ignoradas por el gran poder de los medios?
Pienso que la iniciativa de la Unesco para nominar el 3 de
mayo como Día de la libertad de prensa, es loable y debiera ser algo más que la
retórica de quienes en este mundo dominado por el nudo de la comunicación, se
conforman con los agasajos sin que se tengan en cuenta el contenido de estos.
Las actividades preparadas para este día tienen como centro
lemas como: Mentes críticas para tiempos críticos: el papel de los medios para
el avance hacia sociedades más pacíficas, justas e inclusivas.
Esta vez la convocatoria de la Unesco llama a que los medios
de información frenen los discursos de odio y el extremismo violento.
Y me detengo en un tema que da título a este comentario: las
noticias falsas… los falsos positivos.
Cuando escuchamos o leemos toda la mentira que esconde el
poder mediático en la frase «libertad de prensa», nos percatamos de cuán dañina
se convierte la prensa que se alinea –a través del dinero– a quienes la usan
para hacer mal.
Me viene a la mente aquel falso positivo creado por el
presidente norteamericano George W. Bush, para «justificar» su invasión y
ocupación de Irak.
Aquella vez fue la supuesta existencia de armas de
exterminio masivo en la nación árabe, mentira que el propio Bush tuvo que
reconocer un mes después y justificar su criminal acción con aquello de «falsas
noticias de los órganos de inteligencia norteamericanos». Pero ya era tarde,
los muertos en la población civil iraquí se contaban por miles y el país iba
quedando destruido como si una bomba nuclear hubiese caído sobre ese territorio.
Lo que pasó entonces es que la gran prensa estadounidense y
occidental se montó sobre el falso positivo creado por Bush y la humanidad toda
conoció como, junto a los soldados y las bombas, caía sobre la realidad iraquí
la más burda campaña mediática montada sobre mentiras.
Allí estaba expresado, en toda su dimensión, el significado
de libertad de prensa según los intereses de Estados Unidos.
Un ejemplo de hace apenas 20 días. La actual administración
estadounidense disparó contra Siria 59 misiles con el argumento de que Damasco
había usado armas químicas en su guerra contra el terrorismo.
Fue un falso positivo bien montado y hasta Trump creyó que
era imposible de desmentir. Pero resulta que desde el 2014 Siria no tiene armas
químicas y según investigaciones actuales de un equipo de la ONU, no hay
presencia de ninguna arma química en el ejército sirio.
Pero ya el mal estaba hecho y el falso positivo nunca se
desmintió por quienes lo enarbolaron con un poder mediático montado con la más
moderna tecnología para que pareciera cierto.
La ¿verdad? que conoció la humanidad es la divulgada en
millones de mensajes mediáticos que daban como cierta la existencia de armas
químicas y hasta justificaban la acción de los misiles norteamericanos.
En esta escalada guerrerista y mediática, Washington trata
de encontrar una fórmula creíble para justificar una intervención foránea en
Venezuela.
Con una gran prensa local al servicio de los peores
intereses extranjeros y de la oligarquía nacional venezolana, se ha montado, a
través de la violencia callejera, de actos terroristas que han costado la vida
de decenas de civiles y otras acciones criminales como la de prender fuego a un
hospital infantil, los llamados falsos positivos que pueden crear confusión en
la población y un ambiente internacional adverso a la Revolución Bolivariana.
Para ello, el bochornoso accionar de los grandes medios
venezolanos y desde Estados Unidos, y alguno que otro país europeo y
sudamericano, ha contado, además, con la indecorosa OEA y su jefe de turno,
Luis Almagro, que lo apuestan todo a derrotar al gobierno de Nicolás Maduro, no
importa las personas que pierdan su vida en actos vandálicos como los actuales.
También Venezuela es víctima de esa ¿libertad de prensa? en
cuyo nombre y con el empleo de millones de dólares, se sataniza al gobierno que
lleva adelante planes como Misión Vivienda que acaba de entregar un millón 600
000 casas a familias venezolanas de la población más humilde, o que ha
garantizado programas de salud de calidad y gratuitos para toda la
población.
Si nuestro mundo es real –que muchas veces hasta lo dudo– un
día como este, de la Libertad de Prensa, debía ser el freno a esos grandes
medios alineados al terror y a la mentira mercenaria que cobra grandes sumas
por crear y expandir falsos positivos en países sometidos a la más cruel
agresión.
La prensa y quienes ejercemos el Periodismo nos merecemos un
día y muchos días, pero solo si ejercemos la profesión apegados a la verdad y
con la ética como premisa.
La libertad de prensa no podrá tener día mientras quienes la
usan al servicio de poderes imperiales y con la paga de cifras millonarias,
montan campañas perversas escondidas tras falsos positivos. TOMADO DE LA GRANMA
DE CUBA
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