¿Sorbete? No, gracias
Las pajitas son el nuevo blanco de concientización acerca
del uso racional del plástico; GPS para entender las estrategias de batalla
Foto: Shutterstock
A las pajitas también les llegó la hora de lo políticamente
correcto, no sólo por la absurda costumbre de reemplazar el término por sorbete
–como si todos fuéramos unos malpensados- sino porque después de la
batalla bien ganada a las bolsas de plástico ahora parecen ser las pajitas el
nuevo blanco al que apuntar en términos ambientales. Pero ojo, que no todo
forma parte del terreno de la insensatez. Antes conviene, justamente, separar
la paja del trigo. El supuesto enfrentamiento entre pajita y sorbete no pasa de
lo nominal y, en definitiva, en cuestión de realidades, no tiene la menor
importancia. Ahora bien, si se estima que las pajitas son el cuarto residuo más
común de la basura total que hay en los océanos después de las colillas de
cigarrillos, de los envoltorios de comida y de las tapitas de botellas, el
asunto toma otra densidad. La cifra surge de un estudio realizado por la
organización Ocean Conservancy, con base en Washington D.C., que en 2015
publicó un informe con datos sobre la basura que fue recogida en playas de todo
el mundo.
Lo cierto es que meditando la cruzada en contra las pajitas
descubrimos que sí tiene consistencia. Otro dato que sostiene la batalla: se
estima que sólo en Estados Unidos se usan unas 500 millones de pajitas al día.
En primer lugar, pensemos en cuán útil es el uso de una bombilla cuando
podríamos tomar directa y perfectamente del vaso. Salvo en el caso de niños o
de personas con determinadas discapacidades físicas, la mayoría podría
prescindir de un sorbete de plástico que sólo se usa por una vez, por unos
quince minutos y para una sola bebida. Para más argumentos, María Ana Ventura,
consultora en sustentabilidad, explica que “las pajitas son un residuo
completamente innecesario: las usamos por un minuto y tardan en descomponerse
hasta mil años. Y el impacto ambiental es más grave aún cuando van a
parar al mar y son ingeridas por las especies marinas. Se estima que el 90% de
ellas ha ingerido plástico”.
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Al respecto, en 2015, circuló el video de
una tortuga marina a la que le extraían una pajita de diez centímetros de uno
de los orificios de su nariz. Bastan tres minutos de pantalla de
sufrimiento del animal y de lo desagradable del procedimiento como para decidir
evitar para siempre el uso de pajitas.
En Argentina el tema parece no estar en agenda. Las
cifras de la Cámara Argentina del Plástico no dan cuenta de cuántas bombillas
se producen y se consumen en nuestro país debido a que la clasificación de los
informes se hace por material y no por producto, aunque sí podemos decir que el
polipropileno (plástico reciclable con el que se fabrican las pajitas) se lleva
el 45% de la torta de los plásticos que se fabrican en nuestro país. Consultado
para esta nota, desde el Ministerio de Ambiente y Espacio Público de la Ciudad
aseguran que están trabajando en la reducción de uso de plásticos, que ya lo
vienen haciendo con las bolsas y que la idea es continuar con distintos
materiales reciclables. De la misma manera, desde Mcdonald's dicen que
hasta el momento no se encuentran vinculados con el tema del reciclado de
pajitas.
En el mundo, el tema ya tiene unos cuantos de miles de
activistas que apuntan no tanto al reciclado, sino a la concientización
respecto de su uso. ¿Por qué? Porque debido a su tamaño y a su peso, muy pocas
pajitas llegan a reciclarse y la mayoría termina, antes o después, en el mar.
José Luis Picone, director ejecutivo de la Cámara Argentina de la Industria del
Reciclado Plástico, asegura que “dentro de la multiplicidad de productos
plásticos que se acumulan, los que se reciclan son los que son muy grandes o
los que llegan en cantidades enormes. Pensar en juntar cien toneladas de
pajitas es hoy inviable. En ninguna planta de reciclado de residuos se
clasifican pajitas”. En este sentido, Ventura señala que “las campañas
en contra de las pajitas llaman al consumo responsable y a evitar el derroche
de recursos en la producción de productos efímeros que no agregan valor y de
los que podemos prescindir sin problemas”.
Las campañas que se han iniciado en países como Estados
Unidos, Colombia, Inglaterra y Australia, entre otros, prefieren no advertir
sobre el reciclado, sino ir directo a la fuente del problema y erradicar el uso
indiscriminado de pajitas. En sus mensajes llaman a que ni en bares ni en
restaurantes se pongan pajitas por defecto al alcance de todos, sino que sólo
se ofrezcan si el cliente las solicita. Es decir, que el hecho de usar o no una
sea una elección personal y consciente.
Los sorbetes en datos
Son el cuarto residuo más común de la basura total que hay
en los océanos
Sólo en Estados Unidos se usan unas 500 millones de pajitas
al día
El polipropileno (plástico reciclable con el que se fabrican
las pajitas) se lleva el 45% de la torta de los plásticos que se fabrican en
nuestro país
Algunas de las iniciativas internacionales
-The Last Straw – www.plasticfreejuly.org -
es una iniciativa de la organización australiana Plastic Free July –que convoca
al desafío de no usar plástico durante los julios de todos los años- que
alienta a bares y restaurantes a eliminar las pajitas de la barra y darlas sólo
a quienes las pidan.
-En 2011, un niño de nueve años norteamericano llamado Milo
creó el movimiento Be Straw Free para alertar acerca del uso irracional de
pajitas. Inspirados en su iniciativa, StrawFree – www.strawfree.org -
es otra institución que desalienta su uso y que promueve las bombillas de bambú.
-Con una interesante galería de fotos de cientos de
productos de plástico descartados continuamente, la página There is no way – www.thereisnoway.net-
incluye la campaña Straws Upon Request que no es otra cosa que sólo ofrecer
pajitas a quienes lo soliciten.
-The Last Plastic Straw – www.thelastplasticstraw.org -
promueve el uso consciente de las pajitas y ofrece un directorio de lugares
ubicados en la costa oeste de Estados Unidos que ya son parte del movimiento.
-Una comunidad asentada en Londres alienta, bajo el nombre
de Straw Wars – www.strawwars.org -,
a no utilizar pajitas y actualiza a diario un mapa de espacios gastronómicos
donde se promueve la revolución.
-Mejor sin pitillo – facebook.com/mejorsinpitillo - es el
slogan de la campaña iniciada en Medellín, Colombia, que actúa haciendo lobby
en bares y restaurantes para desalentar el uso de pajitas. La iniciativa ha
llegado también a España.
Tomado de la nación de ar
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