851 ESPECIES: EL
CORDOBÉS QUE CONOCE MEJOR QUE NADIE A LAS AVES
ARGENTINAS
"El premio es haber podido verlas libras", dice
Julián Quillén que recorre el país desde los 17 años espiando loros,
carpinteros, picaflores, garzas, patos y más
POR Javier Drovetto No
recuerda el día exacto. Si fueron los pingüinos de Península de Valdés, un
tucán de Puerto Iguazú, un yabirú de los Esteros del Iberá o un grupo de
cóndores que se alimentaban de ovejas muertas al costado de una ruta cerca de
Esquel. Julián Quillén no sabe qué día ni con qué especie pasó al canadiense
que en solo un mes del verano del año pasado logró ver en la Argentina 650
especies de aves. De lo que sí está seguro es que la arremetida triunfal fue en
noviembre y mientras guiaba a un grupo de fotógrafos chinos que habían venido
al país con la idea de recorrer el Litoral y la Patagonia para lograr una
"gran" foto de un ave por día.
A los chinos los hizo conocer Costanera Sur, los Esteros del
Iberá, Puerto Iguazú, Cataratas, Puerto Madryn, Península de Valdés, Punta
Tombo, Ushuaia y El Calafate. Todo eso en 15 días. En esas dos semanas
vertiginosas y mientras hacía su trabajo, Quillén vio 400 tipos de aves. Tomó
nota, les sacó fotos o las grabó mientras cantaban. Cuando cargó sus registros
en la plataforma eBird, recién ahí, supo que era muy probable que ocurriese lo
que finalmente pasó: este cordobés, que tiene 33 años y vive en El Bolsón, se
convirtió en la persona que más aves vio en todo el país a lo largo del año
pasado. En total fueron 770 especies, casi el 80 % de todas las que viven o
pasan alguna temporada en el país.
Quillén no ganó ningún premio. Ni binoculares último modelo,
ni un teleobjetivo para su cámara de fotos. Tampoco un gorro con visera, una
cantimplora o un anotador. Ni siquiera la guía de aves de toda la Argentina
escrita por Tito Narosky, algo así como la biblia de los aficionados a la observación
de aves. "El premio es haber podido ver todas esas especies y estar donde
viven. Verlas libres", jura Quillén, que desde los 17 años guía turistas
extranjeros que vienen al país con el objetivo de ver aves y que según el
Ministerio de Turismo de la Nación son 36 mil.
Una cuestión
sensorial
Foto: Carlos Spitznagel.
Alrededor de 1500 personas cargaron registros de aves en la
versión argentina del sitio creado por el Laboratorio de Ornitología de la
Universidad de Cornell, Estados Unidos. De esos, 300 compitieron seriamente por
estar al tope del ranking y reportaron las aves que iban viendo con una
periodicidad por lo menos mensual. Entre ellos hay aficionados, fotógrafos,
biólogos, naturalistas y sobre todo guías de observadores de aves. Porque que
un guía pueda afirmar que es la persona que más especies de aves vio en un año
no es un dato menor para quien quiere que otros depositen en él la tarea de ser
llevado hasta las aves más esquivas. Y Quillén no sólo logró eso. Sino que desde
2002, cuando se creó este ranking a nivel local, es el ganador que logró la
mejor marca, muy superior al récord de 609 especies conseguido en 2008.
"Quillén es un gran entusiasta. Sale al campo temprano, camina un montón.
Enfrenta adversidades: lluvia, poca comida, selva. Y tiene un gran oído, que no
es un dato menor, porque le permite identificar aves en lugares
selváticos", revela el formoseño Fabricio Gorleri, coordinador nacional de
eBird, que en el país tiene un acuerdo con Aves Argentinas para la gestión de
la versión local del sitio.
Quillén reconoce tener buen oído. Lo atribuye a que casi
siempre vivió en el campo y se crió escuchando sonidos de aves. Sus primeros
años los pasó cerca de Villa Giardino, en Córdoba. Después se mudó a una casa
dentro del Parque Nacional Lago Puelo, en Chubut, donde su papá era
guardaparque. Vivió diez años en Bolivia, puntualmente en Santa Cruz de la
Sierra, gran parte del tiempo contratado para hacer relevamientos de aves para
estancias turísticas y petroleras o mineras a las que se les exigía estudios
ambientales que ayudaran a determinar las zonas que por su diversidad de fauna
debían ser conservadas. Y actualmente vive con su novia en El Bolsón, un sitio
que le permitió sumar 150 aves a su marca. "Puedo reconocer el canto de
los pájaros. El año pasado me sirvió mucho para identificar aves en bosques
subtropicales de Misiones o en las yungas del Parque Nacional Calilegua, en
Jujuy, por donde guié a dos matrimonios británicos", cuenta Quillén, que
tiene aprobadas 18 materias de Ciencias Biológicas en una universidad boliviana
pero acredita 16 años de
trabajo de campo.
Quillén escucha las aves y las reconoce. Pero para poder
verlas las atrae con cantos grabados que reproduce en medio de la selva. Tiene
casi 3000 audios, tres de cada una de las 1.000 especies que hay en el país.
"Así vimos un carpintero de copete amarillo en Andresito, en la selva
misionera. Yo sé dónde tienen el nido, pero con el sonido sale y se
acerca", cuenta Quillén, que con los cuatro ingleses recorrió durante
octubre Altas Cumbres, Capilla del Monte y San José de las Salinas, en Córdoba;
Tafí del Valle, en Tucumán; Cafayate, Joaquín V. González y La Quiaca, en
Salta; y Calilegua, en Jujuy. "460 especies en 20 días", apunta y
reconoce que su trabajo de guía fue determinante para coronarse campeón 2016.
De otra forma hubiese sido imposible costear semejante travesía por 12
provincias.
En verdad, de las 770 aves que Quillén registró el año
pasado, 30 apenas pudo escucharlas. Algo menos del 5 %. Le pasa a la mayoría de
los observadores que se ubican al tope del ranking. "Si el observador pudo
identificar el canto y el lugar donde lo escuchó es una zona que registra esa
especie, los revisores que tenemos en cada provincias toman el registro como
válido. Algo similar puede ocurrir cuando no se sube una foto y la descripción
que el usuario hace del ave al momento de cargarla en la plataforma no otorga
certezas de que realmente haya visto esa especie. En ese caso, un revisor se
pone en contacto con la persona y le pide más detalles, lo ayudamos a
determinar qué fue lo que realmente vio. Si estimamos que coincide con la
especie cargada, damos el registro como válido", explica Gorleri.
Territorio
conquistado
En la lista de aves vistas por Quillén hay de todo. Loros,
carpinteros, picaflores, garzas, patos. Aves chicas, grandes, rapaces, de
pantano y nocturnas. No hubiese sido posible de otra manera llegar a casi el 80
% de las que hay en el país. Pero hay unas 20 aves que le llamaron la atención
y que además no había visto nunca, ya que más allá de los registros del año
pasado, Quillén acumula 851 especies vistas desde 2002. Las observó en Mar del
Plata, pero embarcado. "Organicé cuatro salidas en barco. Nos alejamos
hasta 80 kilómetros de la costa. Fue impresionante ver los albatros Real del
Sur, Corona Blanca y Ceja Negra, por ejemplo. Algunos tenían una envergadura de
tres metros, un metro más que los cóndores", describe Quillén, que el año
pasado le dedicó 90 días a la observación de aves, 60 como guía y otros 30
acompañado de su papá o su novia.
La plataforma eBird permite cargar el lugar, día, hora y
cantidad de ejemplares de cada especie vista, oída o fotografiada. Porque en
verdad, más allá de los rankings que elaboran en cada país, el sitio está
pensada científicamente como un espacio donde reunir miles de observaciones
individuales para convertirlas en una radiografía general y pormenorizada de
las poblaciones de aves y su comportamiento, por ejemplo de aquellas especies
en riesgo de extinción o que son exóticas y están expandiendo su territorio.
Hace siete años, en 2010, los usuarios hacían menos de 500 cargas mensuales. El
año pasado, en cambio, los reportes tuvieron picos mensuales de 3500. Sobre el
fin mismo de la plataforma, Quillén siente que el año pasado también hizo un
aporte: "Un gusto que me di, además del récord, fue haber registrado por
primera vez en el país un calidris maurien. Es un ave que migra desde Alaska
hasta la costa del Pacífico, desde Colombia a Chile. Yo la vi en Laguna de los
Pozuelos, Jujuy. Ese dato es un aporte porque nos obliga a preguntarnos si
estaba perdida o se propuso cruzar la cordillera". TOMADO DE LA NACION DE
AR
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